En estas últimas semanas el mundo de la aviación continúa en primer plano de la actualidad. Parece que los accidentes de aviación en el mes de julio se ha convertido en un fenómeno viral. Así, persiste el debate sobre la responsabilidad del accidente del Boeing 777 de Malaysia Airlines, donde la información sobre las pistas encontradas es todavía sesgada, contradictoria e incompleta, mientras el gobierno ruso y el ucraniano se llenan de invectivas y se jactan de la inacción del otro, mientras el gobierno norteamericano empieza a plantear si los rusos han roto el tratado firmado entre Gorbachov y Reagan sobre la limitación de los misiles de corto y medio alcance hace casi treinta años, pero sobre todo mientras los cadáveres de casi trescientos inocentes se descomponían al sol, para vergüenza de unos y de otros cuando leemos, el pasado 23 de julio, que un turbohélice ATR-72-500 de TransAsia Airways, matrícula B-22810 y código de vuelo GE222 se había estrellado, al intentar aterrizar por segunda vez en la Isla de Penghu (llamada también Pescadores), al oeste de Taiwán, y en medio de una fuerte tormenta, teniendo el trágico balance de 48 fallecidos.
Pero por si fuera poco, al día siguiente, un McDonnell Douglas MD-83 de la compañía aérea española Swiftair, matrícula EC-LTV (número de fabricación 53190/2148) pero fletado por la compañía argelina Air Algérie desaparecía en la inmensidad del Sahel. Con código de vuelo AH5017, el avión despegó a la hora prevista, las 1.17 horas GMT del aeropuerto de Uagadugú Burkina Faso), con 110 pasajeros y seis tripulantes a bordo, y con destino a Argel. La cruel realidad se hacía evidente horas después. Fuentes autorizadas del gobierno de Burkina Faso y también de Malí indicaban que habían encontrado los restos de la aeronave en un área dispersa cercana a la frontera entre Malí y el país mencionado. Posteriormente, el gobierno francés confirmaba que el accidente había sido devastador y que no hubo supervivientes…
En el primer caso, parece que las condiciones meteorológicas fueron las causantes primarias de la catástrofe, ya que el paso del Tifón Matmo había provocado todo tipo de tormentas y fuertes vientos, paralizando las comunicaciones de la zona. Además, consta en la documentación oficial que los pilotos eran personal cualificado y veterano, con un largo historial y horas de vuelo acumulado.
Pero otra cosa es el accidente del avión español. Serán las dos cajas negras (ambas recuperadas y aunque dañadas aún en servicio) las que proporcionen la información última y más precisa, pero sinceramente, me resulta bastante poco improbable (y puedo estar equivocado), que la única causa sean las condiciones meteorológicas.
Verdaderamente, hay mucha ignorancia, y desgraciadamente mucha osadía, a la hora de hablar de aviación en general, aunque haya gloriosas excepciones sobre la cuestión. Durante estos días, se han escuchado, visto y leído por ahí todo tipo de inexactitudes sobre el avión, la compañía que lo operaba y las circunstancias de su vuelo. Ante todo diremos que el avión siniestrado, fabricado en 1996, es un McDonnell Douglas MD-83, un desarrollo de la exitosa familia de los DC-9. La versión MD-83, con mayor autonomía sobre las versiones originales MD-81/82, gracias a la instalación de depósitos auxiliares, voló por primera vez en 1984 y entró en servicio en 1986. Aunque no se trate de un avión muy moderno, ello no quiere decir que se trate de un modelo obsoleto y aun presta servicio en muchos aeropuertos, aunque, evidentemente, cada vez más relegado a entornos económicos en vías de desarrollo. Pero sus características, de avión robusto y capaz le permiten seguir siendo competitivo, más aun, si la aeronave se encuentra bien mantenida. Según la compañía española, el aparato disponía de las aprobaciones operacionales categoría III BRNAV (que le certifica para la navegación sin radioayudas), FMS/GPS (sistema de gestión de vuelo que permite navegar al avión con la ayuda de sistemas como el GPS) , TCAS II (sistema de alerta de tráfico y anticolisión) y RVSM (sistemas instalados en la aeronave para permitirle respetar el espacio vertical con otros aviones).
Con la propia Swiftair, más desinformación. Es ésta una compañía veterana en el mundo aeronáutico, con una flota muy heterogénea pero que continúa operando para el mercado de pasajeros y carga bajo diferentes fórmulas de explotación. Vuelos Full Charter, ACMI (incluyen seguro y mantenimiento) o wet lease son varias de ellas. Precisamente esta última es la que contemplaba el avión siniestrado, en la que la compañía Air Algérie alquila a Swiftair el avión con tripulación y asistencia técnica incluidas. No es una práctica nada inusual en la aviación comercial y muchas aerolíneas disponen de estos servicios para flexibilizar puntualmente su demanda y no tener que aumentar sus flotas o plantillas. Instituciones Internacionales como las Naciones Unidas y grandes operadores de carga como DHL han sido y son clientes de Swiftair, que además ofrece sus servicios a empresas sin AOC (Certificado de Operador Aéreo) propio. En definitiva, que consta su reputación como empresa reputada.
Otra cosa es que se hayan filtrado (aunque procedente de Mach 82, la publicación del SEPLA de hace un año), de la precariedad laboral de los pilotos de la compañía. Salarios bajos y contratos de sustitución eran la tónica general en la compañía según los pilotos, algo que, en definitiva pudiera suponer «un alto riesgo para la seguridad aérea». Es significativo que ahora sea imposible acceder al contenido de la revista (número 166 de 2013), pero queremos pensar que es con el fin de no avivar más los fuegos de la polémica, tal como declaran en nota de prensa.
Tripulaciones éstas muy heterogéneas, con nuevos pilotos que tratan de sumar horas de vuelo con otros veteranos, procedentes de las esquilmas tras los cierres de compañías conocidas (estas sí) por el público, como Spanair o Air Comet. Pero en cualquier caso, con solvencia para volar mucho y bien sus aeronaves, más aun, acostumbradas a operar en aeropuertos menos preparados y en rutas más complicadas que las occidentales.
Y es que todo el mundo se ha atado a las condiciones meteorológicas como la causa única de la catástrofe. Consta que el avión notificó al aeropuerto de Uagadugú que se estaban encontrando con tormentas y parece ser que posteriormente solicitó regresar. Según parece, las tormentas en el Sahel se producen de forma rapidísima, fruto del choque de masas de aire frías procedentes del mar y el aire cálido del desierto. Y lo más difícil es su predicción. Estamos por tanto ante un fenómeno peligroso y que puede afectar a la navegación de la aeronave. Pero, de ahí a ser su único factor…
Sin embargo, coincido con lo dicho por Alfonso Guzmán, jefe adjunto del SEPLA y perito de investigación de accidentes. Resulta muy extraño que un avión como este, haya caído a tierra solo por las tormentas. De tratarse de una tormenta de arena, en ese punto ya había tenido tiempo más que suficiente para situarse en altitud de crucero (ni siquiera se encontraba a plena carga), y dudo que a diez mil metros la tormenta pudiera alcanzarle. Otra cosa pueden ser las tormentas con aparato eléctrico y lluvia, que pudiera afectarle en forma de violentas turbulencias pero un avión como ese, veterano pero perteneciente a la última generación que confiaba más en el acero y el aluminio que en los materiales compuestos, podría aguantar estructuralmente perfectamente.
¿Y entonces?, ¿Parada catastrófica de los dos motores?, ¿Mala praxis de la tripulación? ¿Un nuevo acto terrorista? Ninguna de las opciones es descartable, aunque parece muy improbable que un SAM lanzado desde tierra haya impactado en la aeronave (teniendo en cuenta las bandas yihadistas que pululan por esta extensa y desolada área). Improbable, pero no imposible…
Lo único cierto es que la evaluación será larga, con el fin de obtener información contundente sobre este desgraciado accidente. En las cajas negras están depositadas gran parte de las esperanzas de dar una respuesta a parte de uno de los meses más luctuosos de la historia de la aviación. Más vale, porque las miradas al transporte más seguro del mundo empiezan, por desgracia, a elevarse con recelo.
Especificaciones McDonnell Douglas MD-83:
- Origen: McDonnell Douglas Corporation
- Planta motriz: 2 turbofan de flujo axial Pratt & Whitney JT8D-219 de 9.525 kg (21.000 lb) de empuje unitario al despegue.
- Dimensiones: Envergadura: 32,8 m. Longitud: 45,1 m. Altura: 9,1 m.
- Pesos: Vacío: 36.200 kg. Máximo al despegue (MTOW): 72.575 kg. Capacidad máxima de combustible: 26.498 litros.
- Prestaciones: Velocidad de crucero: Mach 0,76 (811 km/h) a 35.000 ft (11.000 m) de altura. Carrera de Despegue MTOW (nivel del mar y carga máxima): 2.400 m. Techo de servicio: 13.140 m. Alcance máximo: 4.635 km.
- Tripulación: 2
- Pasajeros: Configuración típica en 2 clases: 155. Configuración típica en clase única: 172.
Bibliografía consultada:
Eden, P. (2008). Aviones civiles modernos. Madrid: Libsa
MD-80 Airplane Characteristics for Airport Planning. En: http://www.boeing.com/boeing/commercial/airports/m80.page
Domingo, F.: Al menos 47 muertos tras el aterrizaje fallido de un avión de la aerolínea TransAsia en Taiwán. En: http://www.elmundo.es/internacional/2014/07/23/53cfb818ca474148098b4594.html
Un avión se estrella al aterrizar en Taiwán: hay al menos 48 muertos. En: http://noticias.univision.com/article/2034997/2014-07-23/mundo/noticias/un-avion-se-estrella-al-aterrizar-en-taiwan-reportan-51-muertos
Vuelo AH5017: Se estrella un avión de Swiftair con 116 ocupantes, incluidos 6 tripulantes españoles. En: http://www.huffingtonpost.es/2014/07/24/avion-swiftair_n_5616400.html
El Sepla denunció precariedad laboral en Swiftair. En: http://www.elmundo.es/internacional/2014/07/24/53d17387ca474113528b4573.html