para hacer este post he tenido que modificar una gran cantidad de valoraciones, precisiones y sobre todo conceptos. Digo esto porque erróneamente pretendí incorporarlo a la larga serie de posts dedicados a ejemplos de gigantescos mastodontes construidos por los grandes y famosos equipos de diseñadores aeronáuticos de origen ruso. Desde Sikorsky con su Ilya Mourometz de la Primera Guerra Mundial hasta los Tupolev diseñados antes y después de las purgas, todos tuvieron una génesis rusa. Pero los aviones de Antónov no son específicamente rusos. Simplificando, solo podremos admitir que fueron soviéticos, pero ante todo y sobre todo son genuínamente ucranianos. Y no porque su fundador lo fuera, ya que Oleg Konstantínovich Antónov nació cerca de Moscú, sino porque Antónov ASTC es una empresa ucraniana radicada en Kiev, perteneciente a la URSS en su fundación, pero desde 1991 en manos estatales ucranianas. Y este mastodonte, el más grande de todos dentro de la tradición de una compañía especializada en los grandes aviones de transporte, es un símbolo de un tiempo pasado, un gigantesco aeroplano que acompañó simbólicamente el propio colapso de la Unión Soviética. En la bisagra que va desde 1989 a 1995, el gigantesco bloque soviético se desintegró, congelando todos los proyectos militares y espaciales en curso. Es que el Antonov An-225 Mrya (sueño) nació como una insignia soviética y hasta ahora había sobrevivido como monstruoso carguero ocasional ucraniano. Desgraciadamente el terrible conflicto de Ucrania, que como invasión que es, de un estado a otro, es de difícil solución y nulo entendimiento, ha puesto fin a su operatividad. El más grande de los aviones, el más espectacular, fue gravemente dañado al inicio de la invasión, el 24 de febrero de este deprimente año pasado de 2022, en su hangar de Gostómel. También representa el fin de un símbolo, de una época, de eso que ficticiamente se llama globalidad, porque el ser humano no sabe vivir sino es en bloques enfrentados.
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Convair NB-36H Peacemaker: el Pacificador Atómico
La concepción que la sociedad tenía de la Energía Nuclear hace sesenta o setenta años ha cambiado totalmente con respecto a hoy. Las ventajas que la misma ofrecía al ciudadano eran enormes. Barata y casi inagotable, la experiencia de la humanidad con el Átomo ofrecía fantásticas oportunidades para una nueva sociedad de consumo surgida triunfante del fin de la Segunda Guerra Mundial, aunque su puesta de largo, en aquel fatídico 1945 no fuera nada de halagüeña. Para un norteamericano medio, la radioactividad y sus consecuencias no eran todavía un ámbito bien conocido, y por más que pocos años antes dos bombas atómicas hubieran ejecutado a más de doscientos mil japoneses en unos segundos, las consecuencias que pagarían los supervivientes aun estaban empezando a ser estudiadas por los científicos. Tan solo se comprendía que, en la nueva política de bloques surgida tras el conflicto, unos y otros disponían de un arma formidable. La más formidable y mortífera concebida por el ser humano.
Pero, ¿qué podría ser del ser humano si era capaz de domesticar aquel caballo salvaje?. Si la energía era llevada, limpia e inocua al consumidor, las posibilidades en el futuro podrían ser infinitas. En la industria, en el hogar, en el transporte. Por ello, se desarrollaron muchos y muy ambiciosos proyectos alrededor de la Energía Nuclear por parte de las compañías norteamericanas de cualquier índole.
También en el mundo de la aviación se concibió la idea de que una aeronave propulsada por energía atómica podría revolucionar el transporte aéreo de forma radical, y que su aplicación como arma ofensiva o disuasoria, se convertiría en definitiva. Este es el cometido para el que se desarrolló el Convair NB-36H, un gigantesco bombardero experimental que en gran medida justificó su existencia, de una manera u otra, por la del tenebroso poder atómico. Continue reading
Tupolev Tu 155: el primer pionero de hidrógeno
Leo en la prensa especializada que, en medio del repunte de la pandemia de la Covid-19, en septiembre del año 2020, Airbus había lanzado un novedoso y ambicioso proyecto, denominado ZEROe, en el que se aspira alcanzar el nivel cero de emisiones de los aviones comerciales mediante el uso del hidrógeno como combustible principal. Avión Revue, mostraba, en un dossier muy bien planteado y desarrollado, las características intrínsecas del hidrógeno y su viabilidad presente y futura para el transporte aéreo en un entorno sostenible razonado. Pues bien, dicho proyecto incluye el desarrollo de cuatro plataformas distintas, además de diversas soluciones para las plantas propulsoras. Airbus ha presentado, con ello, un revolucionario diseño en ala mixta para vuelos transatlánticos, un birreactor convencional con las alas modificadas para media-larga distancia, un turboprop de tipo regional y, finalmente, una evolución de éste: un avión de seis motores y ala alta con pods removibles tanto para repostar como para su mantenimiento. Por otro lado, se informa que 2023 es el año marcado en que el primer avión con uno de sus motores propulsado por hidrógeno efectuaría su primer vuelo y que para 2035 debería entrar en servicio el primer avión comercial de pasajeros que use como única fuente de combustible el hidrógeno. Sin duda un proyecto con futuro y capacidades, pero que en honor a la verdad, y como se advierte también en la citada publicación, no fue pionero, ya que en los años ochenta se desarrolló en la antigua Unión Soviética un proyecto similar y que merece que mencionemos como un gran hito tecnológico.
Aviación y Cine (XVIII): El Viento se Levanta
Antes de ver por primera vez «El Viento se Levanta», el imaginativo biopic ideado por Hayao Miyazaki y su afamado Studio Ghibli sobre el diseñador aeronáutico japonés Jiro Horikoshi, creador de uno de los aviones inmortales de la Historia de la Aviación, el MItsubishi A6M Zero, estaba intrigado por saber como un autor declaradamente pacifista como él iba a integrarlo en aquellos tiempos tan difíciles (y llenos aún de controversias) como fueron los años treinta y cuarenta en Japón. Es complicado encarrilar una historia de rechazo al belicismo y a la vez tratar de mostrar ese innegociable orgullo por una creación aeronáutica que durante un tiempo superaba a cualquier diseño occidental. Todo ello supone un difícil equilibrio, aunque sea en una película de animación.Sin embargo ese equilibrio se consigue, porque lo que el autor realza en todo momento es el idealismo de los protagonistas. No en vano vuelve a notarse que detrás de este proyecto se encuentra el exitoso y ya mencionado director de animación Miyazaki, un declarado enamorado de la Historia de la Aviación. Aquí, en su duodécima obra de animación, reflejará con gran mimo el perfil de alguien que evidentemente es un mito de la aeronáutica, en el mundo, pero sobre todo y ante todo, en Japón. Continue reading
El primer azote de Fokker: Eindecker
Si observamos las fotografías de la época, nos sorprendemos de que este frágil monoplano aterrorizara a los aviadores aliados de forma tal, que fuera bautizado como scourge (azote). Realmente, en esta ocasión no estamos hablando de un avión intrínsecamente excepcional, pero su revolucionario armamento (concretamente, el sistema instalado para hacer uso de él), le hizo a este avión ganar para Alemania la supremacía aérea durante varios meses en la Primera Guerra Mundial, y crear nuevos conceptos para la guerra en el aire, hasta aquel momento un libro en blanco. El estallido de las hostilidades, en agosto de 1914, sorprendió a la aviación en plena fase de desarrollo. Solo habían pasado once años desde que los hermanos Wright hubieran protagonizado el primer vuelo de la historia con su icónico Flyer y, realmente, a los aviones aún no se le había dado el valor militar que en solo unos meses recibiría. El que más rápidamente comprendiera las capacidades de los mismos podría alcanzar una supremacía absoluta sobre el enemigo. Continue reading
El Águila de Lens
Hay fotografías de las que se puede ofrecer más información con simplemente algunas claves y previos conocimientos. Quizá esta vieja instantánea sea un ejemplo. En ella, el Obertleutnant Hans Waldhausen posa junto a sus mecánicos delante de su Albatros D.V 2284/17. Waldhausen, un antiguo oficial de artillería que tras ser herido pasó a la aviación, primero como observador y posteriormente como piloto, fue destinado en julio de 1917 a la Jasta 37, la misma unidad en la que combatió Ernst Udet. En el breve tiempo de nueve días durante la segunda parte del mes de septiembre de aquel año consiguió seis victorias con este avión recibiendo el calificativo de «El Águila de Lens», y con el que fue finalmente derribado y capturado el 27 de septiembre. Lo curioso es que nadie ha sabido aun el motivo de merecer aquel calificativo, ya que los vínculos con aquella ciudad francesa limítrofe con Bélgica son escasos, de nos ser porque su área de operaciones se encontraba en la zona de Pas-de-Calais en que dicha ciudad se ubica. Waldhausen derribó con este Albatros tres aviones los días 19, 24 y 25 de septiembre, y el 27 derribó dos globos de observación y un RAF R.E. 8 de observación antes de ser alcanzado por dos Nieuports pilotados por el Teniente Tudhope del RFC (Royal Flying Corps) y el Flying Commander Booker del RNAS (Royal Naval Air Sertice). Su avión cayó a la altura de Souchez y el piloto fue capturado por tropas de tierra. Waldhausen permaneció prisionero hasta el final de la guerra y posteriormente estudió leyes y alcanzó la magistratura en el periodo de entreguerras. Luego sirvió durante la Segunda Guerra Mundial en la Luftwaffe y falleció en 1976.
El caza, versión mejorada y potenciada del formidable D.III, lleva el fuselaje barnizado en color madera natural, pero con los planos superiores e inferiores así como el extremo del timón de dirección, definidos en un extraño camuflaje romboidal de varios colores (cuatro o cinco tonos diferentes), utilizado por los alemanes en sus aviones a partir de 1916 y denominado Lozenge-Tarnung , mientras que el el timón de profundidad está pintado en franjas blancas y negras. El camuflaje losange (del francés losange, rombo) tenía previsto difuminar las líneas de la aeronave y lo componían patrones de polígonos multicolores de cuatro, cinco y seis lados. Al principio se pintaban sobre el fuselaje pero con la dificultad del acabado las telas que recubrían los aviones de aquella época salían estampadas ya de fábrica. La insignia personal del piloto la forman la estrella y la media luna creciente junto a la cruz patada nacional germánica (Tatzenkreuz) y utilizada por la Luftstreitkräfte hasta 1917.
- Origen: Albatros Flugzeug-Werke GmbH
- Planta motriz: Un motor lineal de seis cilindros Mercedes D.IIIa, refrigerado por líquido, de 180 hp al despegue.
- Dimensiones: Envergadura: 9,04 m. Longitud: 7,32 m. Altura: 2,85 m.
- Pesos: Vacío: 687 kg. Máximo al despegue: 935 kg.
- Prestaciones: Velocidad máxima: 187 km/h a 1.000 metros. Techo de servicio: 3.000 m. Alcance máximo: 2 horas.
- Armamento: Dos ametralladoras de 7.92 mm Spandau MG 08 sobre el motor.
- Tripulación: 1.
Bibliografía consultada:
Angelucci, E.; Matricardi, P. (1979). Aviones de todo el mundo. Tomo I: Desde Los Orígenes a La Primera Guerra Mundial. Madrid: Espasa-Calpe.
Eisele, R. [@ron_eisele]. (29 de enero de 2021). Oberleutnant Hans Waldhausen with his ground crew and Albatros D.V 2284/17 ‘The Eagle of Lens.’ [Tweet]. Twitter. https://twitter.com/ron_eisele/status/1355287360787927045.
Franks, N. (2000). Albatros Aces of World War 1. Oxford: Osprey Publishing Ltd.