Anécdotas e Historias Aeronáuticas del Empire State Building

El Empire State sobresale de entre la niebla envuelto en humo, tras la colisión de un B-25 contra su cara norte, a la altura del piso 79 (http://www.huffingtonpost.co.uk/)

El Empire State sobresale de entre la niebla envuelto en humo, tras la colisión de un B-25 contra su cara norte, a la altura del piso 79, un 28 de julio de 1945. (http://www.huffingtonpost.co.uk/)

Los grandes rascacielos son una de mis grandes debilidades. Sorprenden e imponen, y como los grandes castillos  y catedrales del medievo, muestran sin rubor el estatus y el poder de sus propietarios o de sus constructores. La altura fue, y sigue siendo, su mayor argumento de prestigio, y muchas veces también ha terminado siendo su perdición. Nueva York, la ciudad de ciudades, tiene los ejemplos más famosos y formidables: El One World Trade Center, inaugurado en 2013, junto al espacio de las malogradas Torres Gemelas, el MetLife Building, hogar de halcones peregrinos y construido para la entonces todopoderosa PanAm en 1963, el Metropolitan Life Tower, inspirado en la Plaza de San Marcos de Venecia y el más alto del mundo cuando se acabó en 1909, y mi favorito, el Chrysler Building, una preciosidad Art Decó que representa el poderío del gigante automovilístico americano, mostrando elementos de los automóviles de aquella época, precisamente en los estertores de aquellos «felices veinte». Tapacubos y emblemas de radiador, brillantes en metal pulido. Busquen por Internet y entenderán lo que les digo.

Sin embargo, ninguno de ellos ha sido capaz de eclipsar al más famoso de todos, uno de los símbolos de la ciudad (usted perdone, Miss Liberty) y posiblemente uno de los primeros en el inconsciente de los norteamericanos. Maravilla de la ingeniería y ejemplo de toda una época, legado del ser humano capaz de superar, cuando se lo propone, todas las dificultades que se encuentre. Mil veces fotografiado y otras tantas filmado, protagonista directo o indirecto del celuloide…efectivamente, hablamos del Empire State Building. Continue reading

El regalo de Arnim Faber a los aliados: la captura del primer caza Focke Wulf Fw 190

El Fw 190A-3 de Farber, tras haber recibido una capa de camuflaje y tapadas todas las cruces, estacionado en un aerófdromo para iniciar uno de sus muchos vuelos de prueba. El número de serie emitido por la Luftwaffe (Werk-Nummer (5)313) ha sido borrado y sustituido por el número de la RAF MP499.

El Fw 190A-3 de Farber, tras haber recibido una capa de camuflaje y tapadas todas las cruces, estacionado en el aeródromo de Farnborough para iniciar uno de sus muchos vuelos de prueba. El número de serie emitido por la Luftwaffe (Werk-Nummer 313) ha sido borrado y sustituido por el número de la RAF MP499.

23 de junio de 1942. Uno de los magníficos nuevos cazas en uso por parte de la Luftwaffe, el ágil Focke-Wulf Fw 190A, regresa de una misión de combate sobre los cielos de Bretaña, enfrentándose a varios Supermarine Spitfire Mk.V de la RAF. Corto de combustible, su piloto, el Oberleutnant  (Teniente Primero) Arnim Faber, se dispone a regresar a su base de partida, pero no es capaz de localizarla y decide tomar tierra en el primer aeródromo que encuentre. Cuando ve uno, decide efectuar un orgulloso medio tonel mientras baja el tren de aterrizaje y extiende los flaps. Alinea su pequeño Würger (Alcaudón) y toma tierra sin problemas.

Pero al cortar el encendido de su potente motor BMW se da cuenta de que algo no va bien. El personal de tierra de aquel aeródromo no viste como debiera. ¡es personal de la RAF! ¡Acaba de aterrizar en una base enemiga! ¿Como ha sido posible?
Así sucedió una de las mejores, y más sencillas, capturas de un equipo militar por parte del enemigo durante la segunda Guerra Mundial. Uno de los mejores aviones de combate alemanes había caído en manos aliadas, por un error de un piloto alemán. Esta es la historia…

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