Antonov An-225 Mrya: Final del Sueño

El An-225 Mrya con el Transbordador Espacial Buran aproximándose a Le Bourget el 7 de junio de 1989. Era la presentación ante el mundo occidental del avión más grande jamás construido (AP Photo/Michel Lipchitz).

El An-225 Mrya con el Transbordador Espacial Buran aproximándose a Le Bourget el 7 de junio de 1989. Era la presentación ante el mundo occidental del avión más grande jamás construido (AP Photo/Michel Lipchitz).

para hacer este post he tenido que modificar una gran cantidad de valoraciones, precisiones y sobre todo conceptos. Digo esto porque erróneamente pretendí incorporarlo a la larga serie de posts dedicados a ejemplos de gigantescos mastodontes construidos por los grandes y famosos equipos de diseñadores aeronáuticos de origen ruso. Desde Sikorsky con su Ilya Mourometz de la Primera Guerra Mundial hasta los Tupolev diseñados antes y después de las purgas, todos tuvieron una génesis rusa. Pero los aviones de Antónov no son específicamente rusos. Simplificando, solo podremos admitir que fueron soviéticos, pero ante todo y sobre todo son genuínamente ucranianos. Y no porque su fundador lo fuera, ya que Oleg Konstantínovich Antónov nació cerca de Moscú, sino porque Antónov ASTC es una empresa ucraniana radicada en Kiev, perteneciente a la URSS en su fundación, pero desde 1991 en manos estatales ucranianas. Y este mastodonte, el más grande de todos dentro de la tradición de una compañía especializada en los grandes aviones de transporte, es un símbolo de un tiempo pasado, un gigantesco aeroplano que acompañó simbólicamente el propio colapso de la Unión Soviética. En la bisagra que va desde 1989 a 1995, el gigantesco bloque soviético se desintegró, congelando todos los proyectos militares y espaciales en curso. Es que el Antonov An-225 Mrya (sueño) nació como una insignia soviética y hasta ahora había sobrevivido como monstruoso carguero ocasional ucraniano. Desgraciadamente el terrible conflicto de Ucrania, que como invasión que es, de un estado a otro, es de difícil solución y nulo entendimiento, ha puesto fin a su operatividad. El más grande de los aviones, el más espectacular, fue gravemente dañado al inicio de la invasión, el 24 de febrero de este deprimente año pasado de 2022, en su hangar de Gostómel. También representa el fin de un símbolo, de una época, de eso que ficticiamente se llama globalidad, porque el ser humano no sabe vivir sino es en bloques enfrentados.

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Aviación y Cine (XVII): Midway

Richard Best (Ed Skrein), a los mandos de su Dauntless, matrícula 6B-1. Perteneciente al Escuadrón de bombardeo VB-6 del portaviones USS Enterprise, Best alcanzó de lleno al portaaviones japonés Akagi en la mañana del 4 de junio de 1942, impactando en el Hiryu aquella misma tarde (https://www.fanreviewstv.com/).

Richard Best (Ed Skrein), a los mandos de su Dauntless, matrícula 6B-1. Perteneciente al Escuadrón de bombardeo VB-6 del portaaviones USS Enterprise, Best alcanzó de lleno al portaaviones japonés Akagi en la mañana del 4 de junio de 1942, impactando en el Hiryu aquella misma tarde (https://www.fanreviewstv.com/).

Con muchas reservas acudí a ver esta película tras haber visto el trailer. Sinceramente no creía que fuera a ser otra cosa que una entretenida cinta de acción, llena de aviones hechos por CGI y personajes salidos de comics de acción o de posters de pin-ups. La cosa no es que fuera a cambiar demasiado tras salir del cine, pero debo reconocer que, sin llegar a llegarle a la cintura de la marmórea «La Batalla de Midway» (Jack Smight, 1976), es una suficientemente digna película de aquella histórica batalla naval que ciertamente cambió el curso de la Guerra en el Pacífico. Continue reading

Aviación y Cine (XVI): Aliados

Brad Pitt y Marion Cotillard, tomando contacto en el Casablanca de 1942. Los días de vino y rosas iban a dejar paso a un verdadero thriller de espías (variety.com).

Brad Pitt y Marion Cotillard, tomando contacto en la Casablanca de 1942. Los días de vino y rosas iban a dejar paso a un verdadero thriller de espías (variety.com).

Hace relativamente poco tuve la oportunidad de ver Aliados (Robert Zemeckis, 2016), una película de la cual principalmente había escuchado comentarios positivos acerca del buen trabajo en pantalla que desarrollaban juntos Brad Pitt y Marion Cotillard, aunque menos que los rumores que hablaban del supuesto romance que mantuvieron durante el rodaje (y que desencadenó, pareció ser, el proceso de divorcio iniciado seguidamente con su hasta entonces esposa, Angelina Jolie)

En verdad, aunque la puesta en escena es muy cuidada, y donde el vestuario, la recreación y el diseño de producción recuerda a las producciones del mejor Hollywood de los cuarenta y cincuenta, la verdad es que la primera media hora induce al espectador a que nos encontramos ante otro episodio edulcorado de una complicada relación en un entorno lleno de tensión, aunque no exento de romanticismo y atractivo sensual, como seguramente podría plantearse en la de Casablanca de 1942. La conexión entre Max Vatan, un duro agente del Servicio de Inteligencia Canadiense, y Marianne Beausejour, hermosa miembro (¿miembra?) de la Resistencia Francesa. La operación desarrollada tras las líneas enemigas termina bien para los protagonistas, ya que, además de liquidar a los nazis allí congregados, también inicia una relación amorosa que continúa cuando regresan ambos a Inglaterra. A partir de ahí, la cinta desciende en su ritmo para convertirse en un drama de la vida común de esos personas en tiempos de guerra, para volver a acelerar brusca y cruelmente cuando Vatan es informado por sus superiores de los tejemanejes de su esposa con el otro bando y ha de tomar una decisión tan dura y difícil, obligado por las circunstancias, la lealtad y, por supuesto, el gobierno. Es que inevitablemente, el argumento del doble agente es uno de los ingredientes que mejor sientan en películas de este tipo. Y Zemeckis evidentemente no es Hitchcock pero con sinceridad, y en mi humilde opinión, juega con mucha corrección en el juego con el espectador para que evalúe si realmente ella es traidora a la causa aliada, o no es más que una calumnia. No es la primera vez que este director lo ha hecho en su carrera, ya que en El Vuelo (The Flight), muestra a un Denzel Washington que lucha entre su imagen publica excelente y sus miserias existenciales.  El identificarte con un buen personaje es lo que tiene. Arturo Pérez-Reverte sabe hacerlo muy bien, tal como demostró en su trilogía dedicada a su agente Lorenzo Falcó.

Solo mediante técnicas FX pueden recrearse escenas como esta, en la que la familia Vatan disfruta de un Picnic en las afueras de Londres mientras un bombardero alemán He 177 que ha sido derribado por la antiaérea reposa al fondo, con la esvástica de la cola tapada por una bandera británica. El avión permite aventurar que la escena pertenece al periodo de principios de 1944, que es cuando estos aviones atacaron Londres, en una campaña infructuosa denominada como Operación Steinbock (www.artofvfx.com).

Solo mediante técnicas FX pueden recrearse escenas como esta, en la que la familia Vatan disfruta de un Picnic en las afueras de Londres mientras un bombardero alemán He 177 que ha sido derribado por la antiaérea reposa al fondo, con la esvástica de la cola tapada por una bandera británica. El avión permite aventurar que la escena pertenece al periodo de principios de 1944, que es cuando estos aviones atacaron Londres, en una campaña infructuosa denominada como Operación Steinbock (www.artofvfx.com).

El protagonista involuntario de esta aprovechable cinta es uno de los aviones más fiables y mejor resueltos del último conflicto mundial. Utilizado por Vatan en sus peligrosas misiones de infiltración en la Francia ocupada, y testigo final en la trágica resolución de la película, el Westland Lysander fue un claro precursor de los aviones STOL (Short Take-Off and Landing) que tan buen rendimiento han desarrollado dese la posguerra en el plano civil y militar.

El Lysander fue concebido a principios de los años treinta como avión de cooperación con el ejército, efectuando su primer vuelo en junio de 1936. Era un robusto monoplano de ala alta y tren fijo carenado, de estructura metálica y recubrimiento textil, con un diseño en el que primaba la visibilidad, la capacidad para operar en pistas no preparadas con una carrera de despegue y aterrizajes muy corta y, lo más importante, una excepcional maniobrabilidad a baja velocidad (el límite de entrada en pérdida estaba en 56 nudos, unos 100 kilómetros por hora). Con estos argumentos, el Lysander se adaptó, como pocos, a las tareas que se le asignaron: el enlace, abastecimiento y observación/reconocimiento. En el verano de 1938 el modelo entró en servicio y un año más tarde, había siete escuadrillas equipadas con este modelo.

Muchos Lysander operaron en la RCAF (Fuerza Aérea Canadiense), como este Mk. II, fotografiado en Patricia Bay, Columbia Británica, el 1 de noviembre de 1941 (RCAF / http://silverhawkauthor.com/)

Muchos Lysander operaron en la RCAF (Fuerza Aérea Canadiense), como este Mk. II, fotografiado en Patricia Bay, Columbia Británica, el 1 de noviembre de 1941 (RCAF / http://silverhawkauthor.com/)

Sufrieron mucho en el duro año de 1940, pues en la retirada de Francia la mayoría de los aviones disponibles, dedicados al reconocimiento táctico sobre todo, acabaron siendo derribados, cuando no destruidos en tierra por la eficacia de la propia Blitzkrieg. Pero donde el Lizzie se ganó la fama y el reconocimiento de sus tripulaciones fue en las misiones de infiltración y recuperación de espías y agentes secretos en las zonas invadidas por el Tercer Reich. Entre 1941 y 1944 se efectuaron unas cuatrocientas misiones secretas, gestionadas por el SOE (Special Operations Executive), la Dirección de Operaciones Especiales creada por el Gobierno Británico para ayudar a la Resistencia, mayormente utilizando este avión, disponible en la versión Mk.III y equipando un potente radial Mercury de 870 caballos, con el que el Lysander era capaz de mantenerse en vuelo ocho horas, merced a un depósito auxiliar de combustible. En sus patas carenadas llevaba dos ametralladoras así como reflectores para poder aterrizar en lugares de fortuna sin apenas visibilidad. Dichas patas disponía, además, de sendos winglets bajo los cuales se adaptaban todo tipo de artefactos lanzables, desde granadas de pequeño tamaño a contenedores normalizados con repuestos, medicamentos o armas. Una escalerilla completaba el conjunto, permitiendo al pasajero poder acceder al avión, pintado de negro para las operaciones nocturnas, sin problemas. Casi mil setecientos ejemplares fueron construidos entre todas las versiones, incluyendo los dos centenares largos construidos por los canadienses bajo licencia. Uno de ellos será, como hemos dicho, el último y mudo testigo del desenlace trágico que esta película nos muestra, bajo la eterna lluvia inglesa.

Brad Pitt durante el rodaje de la escena final de la película, con el Westland Lysander como marco (www.dailymail.co.uk).

Brad Pitt durante el rodaje de la escena final de la película, con el Westland Lysander como marco (www.dailymail.co.uk).

Aunque no sea Zemeckis un genio del suspense y ni por asomo pueda acercarse a los grandes de los cuarenta en estos temas, sí que cumple como conductor de un homenaje, algo desvaído, a las películas negras del gran Hollywood de aquella época. La ambientación es muy correcta, los efectos visuales muy cuidados y están bien documentados (la escena del He 177 estrellado en las afueras de Londres tras uno de los ataques nocturnos que efectuó la Luftwaffe a principios de 1944 sobre ciudades británicas, denominado Operación Steinbock, en represalia por los ataques aliados sobre el Reich bien valen disfrutar el momento), y ambos actores (especialmente Cotillard), reflejan un glamour de tiempos pretéritos. No es, aunque lo parezca, una película romántica, ni un thriller de espías, ni un blockbuster. Es todo eso, y todo lo contrario.

 Especificaciones Westland Lysander Mk.III
  • Origen: Westland Aircraft Ltd.
  • Planta motriz: Un motor radial de nueve cilindros en estrella Bristol Mercury XX, refrigerado por aire, de 870 hp al despegue.
  • Dimensiones: Envergadura: 15,24 m. Longitud: 9,29 m. Altura: 4,42 m.
  • Pesos: Vacío: 1.980 kg. Máximo al despegue: 2.870 kg.
  • Prestaciones: Velocidad máxima operativa: 341 km/h a 5.000 metros. Techo de servicio: 6.550 m. Alcance máximo: 970 km.
  • Armamento: Dos ametralladoras Browning de calibre 7.7 mm en los carenados del tren de aterrizaje, ametralladora Lewis de igual calibre en posición dorsal sobre afuste móvil. Carga lanzable máxima: 235 kilos en fijación ventral o subalares.
  • Tripulación: 2/3

Bibliografía consultada:

De la Quadra Salcedo, R. & Martinez Pages, I. & Martin Oar, M. & Nason C. & Apezarena, J (1989). La II Guerra Mundial (2 vols.). Madrid: Prensa Española

Angelucci, E.; Matricardi, P. (1979). Aviones de todo el mundo. Tomo III: La Segunda Guerra Mundial (I parte). Madrid: Espasa-Calpe.

Un As de cuatro minutos: Jorma Sarvanto y su Fokker D.XXI

Sonriente, El Teniente Jorma Sarvanto posa en la cabina de su Fokker D.XXI, matriculado FR-97 / Blanco 2, en la base aérea de Utti, un 6 de enero de 1940. Aquel día fue capaz de derribar seis bombarderos DB-3 en solo cuatro minutos. (J. Sarvanto)

Sonriente, El Teniente Jorma Sarvanto posa en la cabina de su Fokker D.XXI, matriculado FR-97 «Blanco 2», en la base aérea de Utti, un 6 de enero de 1940. Aquel día fue capaz de derribar seis bombarderos DB-3 en solo cuatro minutos. (J. Sarvanto)

Siempre hay historias muy conocidas que surgen en el curso de las guerras, en las que el mejor despliegue de los medios de comunicación, los intereses creados para hacer hincapié en esta o aquella hazaña o, simplemente, la naturaleza y nacionalidad de sus protagonistas, provocan que haya anécdotas o efemérides que el gran público puede conocer. La Segunda Guerra Mundial, el conflicto más sangriento y famoso de la Historia de la Humanidad está lleno de ellos. Esta necesidad de iconos, de mártires, de héroes o de modelos son requerimiento indispensable para el esfuerzo de guerra de cada nación y para la sociedad misma, ya que sirven como ejemplo del bien moral y del saberse estar en el lado correcto, de forma que sea más fácil el sacrificio. Los héroes son fuente de inspiración para la población, Porque sin ellos queda desamparada y desvinculada del conflicto.

En el campo de la aviación, también, por supuesto. Aviadores kamikazes, ases germanos con más de doscientos derribos, duelos a cara o cruz en el Canal de la Mancha, heroicos sacrificios aquí y allá…todos en los frentes de guerra más conocidos. Sin embargo, aquellos terribles seis años de sangre tuvieron otros protagonistas, mucho más desconocidos, pero no por eso, menos interesantes. Ahora que empieza a conocerse, para ese gran público, la cruenta Guerra de Invierno de 1939-40 entre la Unión Soviética y la pequeña pero valiente Finlandia, gustará leer algo sobre el primero de los ases finlandeses, Jorma Sarvanto, protagonista de una hazaña aérea difícil de superar: derribar seis aviones enemigos en menos de cinco minutos…

Carl Gustaf Mannerheim, comandante en jefe del ejército finlandés (Agencja FORUM/ http://nowahistoria.interia.pl)

Carl Gustaf Mannerheim, comandante en jefe del ejército finlandés (Agencja FORUM/ http://nowahistoria.interia.

La precaria independencia Finlandesa

En el difícil entorno político europeo de mediados de los años treinta, la Sociedad de Naciones estaba cada vez más vacía de contenido y su fuerza cada vez más reducida a un papel testimonial. Los regímenes totalitarios, esto es, Alemania, Italia y la URSS, mostraban cada vez una mayor agresividad ante la pasividad de las democracias europeas y sus respectivos vecinos constataban fehacientemente que sus respectivas soberanías estaban en un grave riesgo de supervivencia. Para Finlandia, las apetencias de su vecino soviético ya venían desde los tiempos de la cruenta Guerra Civil Finesa, iniciada en 1917 entre los partidarios comunistas y el bando capitalista, formado por cuadros del antiguo ejército zarista tras la cual, concluida con la victoria de estos últimos y la firma en 1920 del Tratado de Tartu (Dorpat), Finlandia veía reconocida inequívocamente su independencia por parte del Kremlin. Pero a finales de los años treinta, la URSS retomó su activa participación en los asuntos europeos. Además, en virtud del Pacto Germano-Soviético de 1939, los finlandeses quedaban de nuevo bajo la órbita rusa. En este mezquino tratado de no agresión mutua, Alemania convenía que Estonia, Letonia, Lituania y Finlandia quedaran englobadas bajo la influencia soviética, que aumentó sus reclamaciones territoriales sobre todos ellos, con el fin de convertirlos en sus satélites. Pero los finlandeses rechazaron estas presiones y, al contrario que el resto de naciones bálticas, declinaron aceptar la cesión de territorios y el establecimiento de bases soviéticas. Con tales premisas, la guerra era inminente. Mientras, la temerosa Sociedad de Naciones miraba hacia otro lado…

Efectos de los bombardeos sobre Helsinki, el 30 de noviembre de 1939, primer día de la guerra (https://whatthehelsinki.com)

Efectos de los bombardeos sobre Helsinki, el 30 de noviembre de 1939, primer día de la guerra (https://whatthehelsinki.com)

El comandante en jefe de las magras fuerzas armadas finesas, Carl Gustaf Mannerheim, había tratado de reforzar desde principios de la década sus defensas terrestres en la zona de avance natural ruso, el istmo de Karelia, denominadas como Línea Mannerheim. que sin embargo se vio ralentizado por la crisis económica mundial. El crecimiento de la tensión hizo que en aquel verano de 1939 se apresurasen las obras. De cualquier modo, nadie, ni los propios finlandeses creían que pudieran resistir a la amenaza soviética. El ejército, que tras la movilización general era capaz de reunir cerca de ciento treinta mil hombres, carecía sin embargo de suficiente armamento pesado. En total, nueve divisiones finlandesas iban a enfrentarse a cinco ejércitos soviéticos, con una suma de treinta divisiones y seis brigadas acorazadas.

En el aire, la desigualdad era incluso mayor. Finlandia solo disponía de un escaso número de aviones, siendo de modelos obsoletos en su mayoría debido a la rápida evolución de la tecnología durante la década de los años treinta y carecía además de suficientes baterías antiaéreas. En relación a ello, y con el objetivo de paliar en lo posible estas carencias, a partir de 1936, el gobierno finlandés había aprobado el presupuesto necesario, con los escasos recursos disponibles, para que, en un plazo de cinco años, poder acometer la adquisición de aviones de combate a diversos fabricantes extranjeros, principalmente cazas, y así disponer de una fuerza aérea relativamente competitiva ante la peligrosa amenaza soviética.

Los cuatro primeros ejemplares del D.XXI para la Aviación Holandesa posan alineados en Schiphol el 29 de agosto de 1938, con el fin de impresionar a una cada vez más agresiva Alemania, aunque ninguno de los aviones estuviera armado. (T Postma)

Los cuatro primeros ejemplares del D.XXI para la Aviación Holandesa posan alineados en Schiphol el 29 de agosto de 1938, con el fin de impresionar a una cada vez más agresiva Alemania, aunque ninguno de los aviones estuviera armado. (T Postma)

Principalmente, Finlandia firmó un pedido a la firma aeronáutica holandesa Fokker, para la adquisición de siete ejemplares de su modelo entonces en fabricación, el D.XXI, así como una licencia de fabricación. Era éste un buen diseño de avión de combate, digno de la reputación de una marca como Fokker y que había sido seleccionado para equipar al propio ejército holandés. Sin duda, un ejemplo de la ingeniería aeronáutica de transición de los años treinta, a caballo entre los biplanos de tela y los monoplanos metálicos. Tenía ala monoplana cantilever y hélice metálica de paso variable, pero el fuselaje era de tubos soldados, con recubrimiento de chapa metálica con tela en la zona de la cola. Además, el tren de aterrizaje era fijo. En cualquier caso, se trataba de un avión suficientemente maniobrero y muy robusto, y en manos expertas demostró su valía ante muchos de los enemigos con los que se encontró.

Cuando el 29 de noviembre de 1939 el gobierno soviético rompió unilateralmente la vigencia del Pacto de No Agresión firmado siete años antes con su pequeño vecino finés, la Fuerza Aérea Finlandesa (Ilmavoimat) había recibido dos terceras partes de los aviones pedidos, pudiendo alinear solamente 35 D.XXI para el combate, repartidos en cinco escuadrillas de la Lentolaivue (LLv), o escuadrón 24. La Lentolaivue 26 la componía una sola escuadrilla con diez obsoletos cazas biplanos Bristol Bulldog IVA. El gobierno había solicitado más aviones de combate a otras naciones, pero por unas u otras razones, en total, y contando con aviones de otros tipos (bombarderos, ataque al suelo, cooperación, etc.), los finlandeses solo podían oponer un centenar de aparatos frente a los más de dos mil trescientos que la VVS disponía en aquel, a priori para ella, fácil conflicto. Pero aquel puñado de aviones, al igual que el resto de las fuerzas armadas finesas, haría pagar a los soviéticos un alto precio.

Comienza La Guerra de Invierno

Personal de tierra atiende a uno de los bombarderos Bristol Blenheim Mk.I en servicio. A pesar de su escasa protección y ligero armamento, su desempeño fue muy útil durante el conflicto. La esvástica azul, escarapela de las Fuerzas Aéreas Finlandesas, es una cruz de buena suerte utilizada como insignia personal por el conde sueco Erich Von Rosem, y colocada en el primer avión tras el fin de la Guerra Civil. Esta ancestral cruz, no tiene, por tanto, ninguna relación con el nazismo (Finnish War Archives).

Personal de tierra atiende a uno de los escasos bombarderos Bristol Blenheim Mk.I en servicio. A pesar de su escasa protección y ligero armamento, su desempeño fue muy útil para los fineses durante el conflicto. La esvástica azul de las Fuerzas Aéreas Finlandesas, es una cruz de buena suerte utilizada como insignia personal por el conde sueco Erich Von Rosem, y colocada en el primer avión tras el fin de la Guerra Civil. Esta ancestral cruz, no tiene, por tanto, ninguna relación con el nazismo (Finnish War Archives).

El mismo 29, tropas soviéticas cruzaron la frontera y al día siguiente iniciaron una ofensiva total por tierra, mar y aire. Al principio, los finlandeses huían presa del pánico ante los carros de combate, pero pronto prevaleció el ingenio y la aplicación de tácticas de guerrilla ralentizó el avance. Aplicando la política de tierra calcinada por parte del enemigo, las tropas soviéticas se veían acosadas en caminos impracticables, en medio de espesos bosques y en unas condiciones meteorológicas ante las que, sorprendentemente, no habían sido pertrechadas. Los mandos rusos operaron con total falta de criterio y coordinación, multiplicando terriblemente las bajas propias. A falta de cañones contracarro, los fineses produjeron una sencilla pero mortífera arma: una botella llena de petróleo y otros materiales inflamables, a la que se añadía una ampolla con ácido sulfúrico. Había nacido el ¨Cóctel Molotov», que causaría verdaderos estragos en los tanques rusos.

Mientras, en el aire, los cazas finlandeses disponibles trataron de interceptar desde el primer día de la guerra a los bombarderos soviéticos que atacaban las poblaciones así como las instalaciones fabriles del interior. A pesar de ser menos maniobreros que los cazas rusos Polikarpov I-15, I-153 e I-16, el D.XXI era un buen interceptor, con una buena velocidad de trepada y capacidad de picado. Y empezaron a cobrarse piezas entre sus enemigos.

Un bombardero Ilyushin DB-3 derribado y cubierto con un sudario de nieve en un bosque finlandés. Febrero de 1940 (www.militaryimages.net)

Un bombardero Ilyushin DB-3 derribado y cubierto con un sudario de nieve en un bosque finlandés. Febrero de 1940 (www.militaryimages.net)

El 1 de enero de 1940 la cuarta escuadrilla de la LLv 24, con seis aviones en servicio, fue remitida a Utti, después de comprobarse  que los bombarderos rusos usaban el trazado del ferrocarril para orientarse en dirección a los objetivos industriales. El 6 de aquel mes, diecisiete bombarderos bimotores Ilyushin DB-3M del 6th DBAP (Sexto Regimiento de Bombardeo de Largo Alcance), despegaron de sus bases estonias en dirección a la fábrica de municiones de Kuopio. Nueve cumplieron sus objetivos, pero el resto atravesó el Golfo de Finlandia más al oeste de donde estaba previsto, cerca de donde se encontraba la 4/LLv 24. A la ida, el teniente «Pelle» Sovelius derribó uno de los bimotores, mientras que los siete restantes alcanzaron el objetivo sin causar daños y procedieron a regresar a su base, siguiendo la línea del ferrocarril para orientarse.

En Utti, la siguiente patrulla de aviones, pilotada por el Primer Teniente Jorma Kalevi Sarvanto y el Segundo teniente O. Mustonen estaba disponible para despegar. Dejemos que sea el propio Sarvanto el que nos lo cuente, según su propio informe:

Bombardero/torpedero bimotor Ilyushin DB-3. Rápido y fiable pero escasamente defendido, fue producido en número cercano a los siete mil ejemplares. En 1940 entró en servicio la versión DB-3M, con un morro mucho más alargado y motores más potentes. (http://www.airwar.ru)

Bombardero/torpedero bimotor Ilyushin DB-3M. Rápido y fiable pero escasamente defendido, fue producido en número cercano a los siete mil ejemplares. En 1940 entró en servicio la versión DB-3F, con un morro mucho más alargado y motores Tumansky M-88 más potentes. Posteriormente sería redesignado como Il-4.
(http://www.airwar.ru)

Se me ocurrió pensar que los aviones que había atacado Sovelius quizá regresaran por la misma ruta, así que ordené a los mecánicos arrancar los motores de los dos D.XXI y procedí a atarme mi paracaídas. Pocos minutos después sonaron los teléfonos de alerta aérea y corrí hacia mi avión. La radio enviaba mensajes precisos que marcaban la ruta de los aviones cuadrante a cuadrante y me hacían ver que los bombarderos se dirigían directamente hacia Utti.

El mecánico de Mustonen me avisó de que su motor no se ponía en marcha, así que decidí empujar la palanca de gases a tope, carretear desde el área de dispersión e, inmediatamente, despegar hacia el norte, trepando lo más rápido posible. El tiempo había mejorado y el sol empezaba a brillar, aunque sin embargo quedaba neblina. Mientras trepaba, la radio me confirmaba que los aviones enemigos se encontraban delante mía. De vez en cuando miraba fugazmente hacia atrás y comprobaba que me encontraba totalmente solo.

Finalmente divisé las suavemente coloreadas panzas celeste pálido de los bombarderos, que continuaban volando en formación, haciendo un bonito contraste con el azul del cielo. Me encontraba a escasos cientos de metros y viré al sur para comprobar que seguían en el mismo curso. Las tripulaciones no parecían haberme visto porque no vi trazadoras en mi dirección. Así que seguí trepando y me coloqué a seiscientos metros de la formación, a su misma altitud. El altímetro señalaba 2.000 metros y mi reloj marcaba las 12.00 horas. Enriquecí la mezcla de combustible para tener toda la potencia disponible, apagué la radio, comprobé mis armas y preparé la mira Goertz.

"Zamba" Sarvanto muestra el número del timón de uno de los DB-3M derribados. La fotografía se tomó en una conferencia de prensa en el club de Oficiales de Immola, dos días después de su hazaña (SA-kuva)

«Zamba» Sarvanto muestra el número del timón de uno de los DB-3M derribados. La fotografía se tomó en una conferencia de prensa en el club de Oficiales de Immola, dos días después de su hazaña (SA-kuva)

A toda potencia, elegí el avión situado más a la izquierda y abrí fuego sobre él, alcanzándolo, a la vez que silenciaba al artillero de cola del tercer bombardero a la izquierda, y seguidamente al situado a babor de éste. En ese momento me encontraba a cien metros de los objetivos y ya veía como el primero tenía su motor izquierdo echando humo, así que volví a acertarle hasta ver como ardía, e inmediatamente al tercero, que declaró fuego al instante.

En aquellos tiempos, los bombarderos rusos adoptaban una nueva táctica de defensa cuando volaban en formación y eran atacados, consistente en que los aparatos del lado opuesto se deslizaban por debajo y le daban una buena oportunidad a los artilleros de morro para alcanzar al caza agresor. Para evitarlo, viré rápidamente hacia la derecha mi Fokker, para silenciar a los artilleros de cola de aquel lado y seguidamente alcanzarles en los motores de estribor. En un suspiro, alcancé al quinto avión, mientras que el situado más a la derecha, ya tocado, viró a estribor y cayó, dejando una espesa columna de humo.

Mis disparos eran cortos, pero muy cercanos (50 metros) y precisos, recordando que solo erré el tiro una vez, cuando el piloto elevó violentamente su avión cuando abrí fuego. Con el sol de cara a través de la capa de neblina, el humo negro de los aviones alcanzados creaba sombras únicamente, pero los pilotos rusos no tomaron ventaja de la posición.

El penúltimo avión en vuelo fue mucho más difícil de derribar, probablemente porque las armas de las alas se habían quedado sin munición, aunque finalmente pude incendiarlo. Volví a virar para acabar con el séptimo y último bombardero. Apunté y oprimí el disparador, pero las ametralladoras se quedaron en silencio. Tras intentarlo dos veces, comprobé que me había quedado sin municiones. Solo me quedaba romper el contacto y regresar a casa.

Fokker D.XXI FR-110 / "Blue 7" de la 3/LLv 24, estacionado en Joroinen. Muchos aviones de ambos bandos iban equipados con esquíes para mantener su operatividad. Con este avión, el piloto ViktorPyötsiä consiguió 7.5 derribos confirmados durante la Guerra de Invierno

Fokker D.XXI FR-110 / «Blue 7» de la 3/LLv 24, estacionado en Joroinen. Muchos aviones de ambos bandos iban equipados con esquíes para mantener su operatividad. Con este avión, el piloto Viktor Pyötsiä consiguió 7.5 derribos confirmados durante la Guerra de Invierno.

A pesar de ese último inconveniente, Sarvanto y su Fokker D.XXI, «2 blanco», matrícula FR-97, había causado suficientes daños a seis DB-3 para derribarlos entre las pequeñas poblaciones de Utti y Tavastila, situadas a una distancia de 30 kilómetros entre sí. Y todo ello, aunque parezca increíble, había sucedido en cuatro minutos. En ese escaso período de tiempo Sarvanto se había convertido en un as. Su avión recibió veintitres impactos directos de bala, incluyendo en dos de las tres palas de la hélice, aunque ninguno fue grave.

Cuando la prensa internacional conoció la hazaña, todos mostraron una enorme interés en entrevistar a aquel desconocido finlandés. A esas alturas de la guerra en Europa, aquella  drôle de guerre o «guerra de broma» en la que los aliados no movían un dedo contra el águila germana, no había ocurrido nada, ni por asomo, semejante. El primer as en una sola misión, de la Segunda Guerra Mundial. Aquella maniobra en el aire representaba lo que los finlandeses eran capaces de hacer con astucia, valentía y destreza ante un gigantesco pero pobremente adiestrado enemigo.

Por supuesto que aquella guerra desigual entre David y Goliath iba a terminar cayendo tarde o temprano del lado soviético. Las diferencias cuantitativas eran demasiadas para que Finlandia saliera victoriosa de aquel envite. Stalin había sustituido a los mandos incompetentes y la llegada de su amigo el eficaz Semyon Timoshenko, así como nuevas unidades de refresco y abundante material pesado, a reorganizar el frente en sustitución del incapaz Kliment Voroshílov, Después de las graves derrotas en enero, los soviéticos se recompusieron y terminaron arrollando a los agotados fineses, cuya Línea Mannerheim fue finalmente quebrada. El 13 de marzo de 1940 se firmó el Tratado de Moscú, en el que Finlandia cedía territorios por valor del diez por ciento del total de la nación, incluyendo el tan demandado Istmo de Carelia y el norte del lago Ladoga, y otras islas menores. Los finlandeses reconocieron 24.000 muertos y 43.000 heridos en aquellos poco más cien días de lucha. Duras consecuencias sin duda, pero, al revés de Polonia, Finlandia seguía siendo libre.

Personal de tierra trata de poner en marcha el motor Twin Wasp del Fokker D.XXI FR-125 perteneciente al 2/LLv 30, el 9 de Julio de 1941, al inicio de la Guerra de Continuación, con el Segundo Teniente Oiva Louko sentado en la cabina. Los finlandeses se vieron obligados a instalar los motores Pratt & Whitney R-1535 Twin Wasp Junior de 825 caballos cuando el suministro de los Bristol Mercury fue interrumpido (SA-kuva)

Personal de tierra trata de poner en marcha el motor Twin Wasp del Fokker D.XXI FR-125 perteneciente al 2/LLv 30, el 9 de Julio de 1941, al inicio de la Guerra de Continuación, con el Segundo Teniente Oiva Louko sentado en la cabina. Los finlandeses se vieron obligados a instalar los motores Pratt & Whitney R-1535 Twin Wasp Junior de 825 caballos cuando el suministro de los Bristol Mercury fue interrumpido (SA-kuva).

Y además, haciendo pagar a los soviéticos un durísimo precio. Un cuarto de millón de muertos, y un número muy superior de heridos y desparecidos. Más de mil seiscientos carros de combate destruidos o capturados, infinitas sumas de otros materiales como camiones, armamento ligero pertrechos. En el aire, que es lo que nos ocupa principalmente, los finlandeses ocasionaron elevadas pérdidas a la aviación soviética. Se calcula que fueron capaces de derribar más de setecientos aviones confirmados, y unos doscientos probables, con unas pérdidas propias de sesenta y un aparatos. Respecto a los veteranos Fokker, a cambio de la pérdida de doce D.XXI (y ocho pilotos), ellos solos habían sido capaces de acabar con más de un centenar de aeronaves soviéticas. Todo esto demuestra una absoluta falta de preparación y entrenamiento por parte de las tripulaciones rusas, ya que el material era cualitativamente similar y cuantitativamente de una superioridad aplastante. Además, la situación de sus bases era tácticamente muy favorable y las condiciones meteorológicas, las mismas a las que estaban acostumbrados en esas latitudes.

En cuanto al propio Sarvanto, apodado «Zamba», por su afición a tocar el saxofón, se convirtió en el mayor as finlandés durante la Guerra de Invierno, con 13 derribos confirmados. Durante la Guerra de Continuación, de 1941 a 1944, esta vez teniendo como aliado de conveniencia a Alemania, añadió cuatro derribos más en su misma unidad, LLv 24, aunque en esa ocasión volando con los robustos Brewster 239 Buffalo, de fabricación norteamericana. Tras 251 salidas contabilizadas, Sarvanto se retiró de la primera línea, convirtiéndose en instructor, para enseñar sus habilidades a la nueva generación de pilotos. Tras la guerra, continuó sirviendo en las Fuerzas Aéreas hasta 1960, retirándose como Teniente Coronel. Imagino que cuando falleció en 1963 (muy joven aun, por cierto, con solo 51 años), lejos del mundo de la aviación, ya que trabajaba como Director Ejecutivo en una entidad bancaria, muchos de sus clientes, en aquella tranquila y próspera Finlandia de posguerra, ni sospecharían que se encontraban ante uno de los cazadores de bombarderos más letales de la Segunda Guerra Mundial.

Especificaciones Fokker D.XXI
  • Origen: Valtion Lentokonetehdas bajo licencia de N.V. Fokker
  • Planta motriz: Un motor radial de nueve cilindros en estrella Bristol Mercury VIII, refrigerado por aire, de 830 hp al despegue.
  • Dimensiones: Envergadura: 11 m. Longitud: 8,22 m. Altura: 2,94 m.
  • Pesos: Vacío: 1.442 kg. Máximo al despegue: 2.050 kg.
  • Prestaciones: Velocidad máxima: 418 km/h. Velocidad de trepada a 3.000 metros: 3.5 minutos. Techo de servicio: 11.000 m. Alcance máximo: 950 km.
  • Armamento: Dos ametralladoras Vickers de 7,7 mm en el fuselaje, mas dos de igual calibre en las alas.
  • Tripulación: 1.

Bibliografía consultada:

Angelucci, E.; Matricardi, P. (1979). Aviones de todo el mundo. Tomo III: La Segunda Guerra Mundial (I parte). Madrid: Espasa-Calpe.

Condon, R. (1976). Guerra de invierno: Rusia contra Finlandia. Madrid: San Martín S.L.

Stenman, K.; Keskinen, K. (1998). Finnish Aces of World War 2. Oxford: Osprey Publishing Ltd.

Stenman, K.; De Jong, P. (2013). Fokker D.XXI Aces of World War 2. Oxford: Osprey Publishing Ltd.

TOMH (2016). Jorma Kalevi Sarvanto – Lieutenant, Ilmavoimat. Recuperado de: http://www.thoughtsonmilitaryhistory.com/blog/jorma-kalevi-sarvanto-lieutenant-ilmavoimat

Vázquez García, J. (2010). Guerra en Finlandia (1939-1944). Valladolid: Galland Books.

 

Batalla de Tarento: el Pearl Harbor del Mediterráneo (Operación Judgement)

El acorazado Conte di Cavour, hundido en aguas poco profundas en Tarento. Tras ser alcanzado por un solo torpedo, fue reflotado y remolcado a Trieste para su reparación pero jamás volvió a entrar en servicio.

El acorazado Conte di Cavour, hundido en aguas poco profundas en Tarento. Tras ser alcanzado por un solo torpedo, fue reflotado y remolcado a Trieste para su reparación, pero jamás volvió a entrar en servicio.

El día de la infamia, tal como se bautizó al ataque japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941 es conocido hasta casi el último detalle por el público aficionado a la Historia, pero también para el neófito. Literatura y Cine han recogido hasta la saciedad lo que sucedió, casi minuto a minuto, durante aquellas terribles horas en las que los Estados Unidos de América se vieron sacudidos por la Segunda Guerra Mundial, e inmediatamente metidos en ella. No está tan claro, ni es tan unánime, la comunidad histórica a la hora de completar el cuadro de responsabilidades, ya que siempre pesará el poso de las casualidades forzadas por aquel gobierno de Roosevelt acerca de establecer una causa justa que les permitiera galvanizar al norteamericano medio y hacerlo entrar, clamando venganza, en la guerra más terrible que el mundo ha visto. No estaba tan lejos aquella «intencionada» voladura del Maine en 1898, y bien que lo pagó la enferma España meses más tarde, incapaz de hacer entender al mundo de que aquello no había sido culpa suya. No sé si entienden lo que les digo…

Sin embargo, todo aquel ataque aéreo, llevado casi hasta la perfección por la eficaz Armada Japonesa, no era un plan original de los nipones, sino la copia y mejora de otro espectacular ataque aéreo, llevado a cabo por la Royal Navy británica un año antes y que, con un puñado de frágiles biplanos, dejó colapsada a la Armada Italiana en su base de Tarento.

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La Guerra del Fútbol: 50 años después

Tripulación de un Corsair FG-1D salvadoreño, entre ellos el Capitán Reynaldo Cortez, muerto en combate aéreo con el capitán hondureño Fernando Soto, el 17 de julio de 1969 (FAS).

Tripulación de un Corsair FG-1D salvadoreño, entre ellos el Capitán Reynaldo Cortez (centro), muerto en combate aéreo con el Capitán hondureño Fernando Soto, el 17 de julio de 1969 (FAS).

En 1969, cuando el mundo de la aviación mostraba que un pasajero podría volar más rápido que el sonido a bordo del novísimo Concorde, la tripulación del Apolo XI se acercaba a la órbita de la luna para poner un pie en su superficie y dar el gran paso para la humanidad, y que al otro lado del Atlántico el gigante norteamericano Boeing acababa de hacer volar al avión de pasajeros más grande del mundo, el tetrarreactor 747; cuando en Vietnam la USAF y la aviación norvietnamita se enfrentan en la noche con reactores supersónicos como Phantoms y MiGs, hubo un extraño conflicto armado en Centroamérica entre El Salvador y Honduras provocado por la creciente tensión fronteriza y poblacional entre ambos y cuyo detonante fue una eliminatoria entre sus dos selecciones de fútbol para la Copa del Mundo de 1970. Un conflicto armado que en el aire enfrentó por última vez en la historia  a aviones de combate con motores de pistón: Fue la llamada Guerra de las Cien Horas, Guerra del 69, Guerra de Legítima Defensa, o, como se conoce internacionalmente, aunque sin razón verdadera (porque siendo el detonante, no fue el causante real, como veremos) como Guerra del Fútbol. Y esta es la historia.

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