Aviación y Cine (XVII): Midway

Richard Best (Ed Skrein), a los mandos de su Dauntless, matrícula 6B-1. Perteneciente al Escuadrón de bombardeo VB-6 del portaviones USS Enterprise, Best alcanzó de lleno al portaaviones japonés Akagi en la mañana del 4 de junio de 1942, impactando en el Hiryu aquella misma tarde (https://www.fanreviewstv.com/).

Richard Best (Ed Skrein), a los mandos de su Dauntless, matrícula 6B-1. Perteneciente al Escuadrón de bombardeo VB-6 del portaaviones USS Enterprise, Best alcanzó de lleno al portaaviones japonés Akagi en la mañana del 4 de junio de 1942, impactando en el Hiryu aquella misma tarde (https://www.fanreviewstv.com/).

Con muchas reservas acudí a ver esta película tras haber visto el trailer. Sinceramente no creía que fuera a ser otra cosa que una entretenida cinta de acción, llena de aviones hechos por CGI y personajes salidos de comics de acción o de posters de pin-ups. La cosa no es que fuera a cambiar demasiado tras salir del cine, pero debo reconocer que, sin llegar a llegarle a la cintura de la marmórea «La Batalla de Midway» (Jack Smight, 1976), es una suficientemente digna película de aquella histórica batalla naval que ciertamente cambió el curso de la Guerra en el Pacífico.

Para poder discernir que hay de real y que pertenece al cine como elemento de entretenimiento deberíamos hacer un repaso de lo que supuso aquella batalla, donde se engloba y que consecuencias tuvo. Dos elementos marcan por tanto el desarrollo de la Batalla de Midway. Uno fue el raid aéreo del teniente coronel James H. Doolittle, que atacó el 18 de abril de 1942 la ciudad de Tokio con dieciséis bombarderos B-25 lanzados desde el portaaviones USS Hornet. Aunque los daños producidos fueron escasos, elevó considerablemente la moral de los estadounidenses e inquietó sobremanera a los japoneses, porque a pesar de las promesas de la Armada Imperial de la inviolabilidad de su territorio, la capacidad de defensa del archipiélago nipón quedaba muy cuestionado.

Un SBD Dauntless mostrando sus frenos de picado desplegados. La característica superficie perforada aumentaba la resistencia aerodinámica y se abrían en tres secciones, a criterio del piloto, para usarlos como hipersustentadores o aerofrenos (US Navy / www.pearlharboraviationmuseum.org).

Un SBD Dauntless mostrando sus frenos de picado desplegados. La característica superficie perforada aumentaba la resistencia aerodinámica y se abrían en tres secciones, a criterio del piloto, para usarlos como hipersustentadores o aerofrenos (US Navy / www.pearlharboraviationmuseum.org).

En relación a esto se inserta el segundo elemento. Y no es más ni menos que la llamada «Enfermedad de la Victoria». Las arrolladoras victorias de los primeros cuatro meses de la guerra llevó a los japoneses a una arrogante visión de superioridad hacia el enemigo, considerando a los norteamericanos como corruptos y decadentes ante los que la manifestación del espíritu japonés –Nihon Seishin– se impondría a cualquier rival. Ello explica en gran parte el desarrollo de las operaciones de ampliamiento y consolidación del perímetro defensivo japonés. Entre el 7 y el 8 de mayo, portaaviones japoneses y norteamericanos se enfrentaron por primera vez en la historia sin verse mutuamente, en la Batalla del Mar del Coral y aunque tácticamente resultó una victoria nipona o tablas como mucho, realmente se trató de una victoria estratégica norteamericana, ya que la invasión de Nueva Guinea (una de esas operaciones de consolidación del perímetro) fue aplazada. Este paso previo y lo que había sucedido con el Raid de Doolittle unas semanas antes aceleró la operación que concluiría en Midway. Para el Almirante Isoroku Yamamoto era esta la opción preferida: jugárselo todo a una carta, destruir los portaaviones americanos y forzar una paz cuanto antes porque (él si lo sabía) Japón no tendría recursos para luchar en una guerra larga. Así que planificó un doble ataque a las Aleutianas (Operación AL, ataque de distracción) y a las Midway (Operación MI, ataque principal), disponiendo de una impresionante fuerza de portaaviones y acorazados, y razonando que esta vez los norteamericanos no podrían eludir el combate. Establecería así, además, una nueva línea defensiva marcados por los nuevos archipiélagos conquistados. Todo eso era cierto, pero había dos elementos con los que no contaba. Primero, que los descifradores norteamericanos, utilizando señuelos, averiguaron con antelación donde se iba a producir el golpe. El capitán de corbeta Joseph Rochefort, junto a su equipo SIGINT, descifraron el código de la Armada Japonesa JN25 y reunieron suficientes evidencias de que Midway iba a ser el objetivo más probable. El 3 de junio era la fecha que barajaban para el ataque.

El portaaviones japonés Soryu, con toda la caña metida a estribor, describe un giro completo para esquivar las bombas lanzadas a gran altura desde Fortalezas Volantes B-17, en la mañana del 4 de junio de 1942 (www.history.navy.mil).

El portaaviones japonés Soryu, con toda la caña metida a estribor, describe un giro completo para esquivar las bombas lanzadas a gran altura desde Fortalezas Volantes B-17, en la mañana del 4 de junio de 1942 (www.history.navy.mil).

Y en segundo lugar, que los mil cuatrocientos obreros del arsenal de Pearl Harbor, trabajando hasta caer rendidos, devolvieron al servicio activo al averiado portaaviones Yorktown  tras regresar milagrosamente de la Batalla del Mar del Coral, a los contralmirantes Fletcher y Spruance (éste sustituyendo al enfermo vicealmirante William Halsey. Ahora serían tres, sumando al Enterprise y al Hornet, las unidades disponibles para enfrentarse a los japoneses. Los japoneses estimaban en tres meses el tiempo de reparaciones, y los norteamericanos lo calculaban en dos semanas. Pero la realidad es que (aunque reparado de forma precaria), el Yorktown salió del dique seco, cuarenta y ocho horas después. Estos tres buques que habrían de enfrentarse a los cuatro portaaviones japoneses disponían de sus correspondientes grupos embarcados, formados por cazas Grumman F4F-4 Wildcat, torpederos Douglas TBD Devastator y nuestros protagonistas en la película, bombarderos en picado Douglas SBD Dauntless.

Este avión, verdadero triunfador de la batalla, había nacido en 1935 en los tableros de diseño de la Northrop Aircraft Co. como XBT-1. Tres años más tarde Douglas les absorbió y varió algunas ideas sobre el proyecto (planta motriz potenciada, rediseño del tren de aterrizaje, etc.), aunque su configuración original quedó invariada. Principalmente se mantuvieron los frenos de picado en rejilla, uno de los signos de identidad de la aeronave, que se abrían de forma hidráulica y que también funcionaban como hipersustentadores. Tras las consecuentes pruebas y evaluaciones, el prototipo final XSBD-1 fue aprobado por la US Navy, con un primer pedido, en abril de 1939, de 57 SBD-1 para los Marines y 87 SBD-2 para la Marina, empezando a servirse a las unidades operativas a mediados del año siguiente. Verdaderamente no era demasiado veloz, pero se trataba de un monoplano muy robusto, biplaza, apto para el bombardeo en picado y para el reconocimiento, capaz de encajar muchos daños en combate y regresar a su portaaviones. Esta robustez estructural, algo común en los diseños norteamericanos, sería un factor fundamental en el combate aéreo.

El uso del CGI permite escenas espectaculares escenas aeronavales, como la de este Dauntless sobre volando una Task Force norteamericana, para deleite del aficionado (www.cineluxe.com).

El uso del CGI permite escenas espectaculares escenas aeronavales, como la de este Dauntless sobre volando una Task Force norteamericana, para deleite del aficionado (www.cineluxe.com).

Los Dauntless se estrenaron en la Batalla del Mar del Coral, que antes nombramos, y aunque fue considerada una victoria táctica japonesa, como dijimos, en realidad fue un frenazo a la operación de invasión de Nueva Guinea y sobre todo, por primera vez los japoneses demostraron no ser invencibles en el combate aeronaval. Su primer portaaviones perdido en la Guerra del Pacífico, el pequeño Shoho, fue a manos de Dauntless pertenecientes al VS-2, embarcado en el USS Lexington. Así había demostrado nuestro avión sus capacidades y ahora estaba a punto de demostrarlo entrando con honores en la Historia.

A primera hora del 4 de junio de 1942, la aviación japonesa embarcada, al mando del dubitativo Almirante Chuichi Nagumo atacó las dos islas que forman Midway. Pero los aviones norteamericanos, avisados a tiempo, ya no estaban en tierra, con lo que no pudieron ser neutralizados. En los combates aéreos los japoneses demostraron su experiencia y capacidad, derribando muchos aviones enemigos, pero el objetivo principal no se había cumplido. Se planteaba, por tal motivo, un segundo ataque a Midway para acabar con esa amenaza.  Aquí llegó el definitivo y desastroso error para los japoneses. Mientras se repostaba y rearmaba a los aviones, llegaron informes, por parte de los hidroaviones de patrulla, de la cercanía de portaaviones norteamericanos.

Un SBD Dauntless del VB-8 se prepara para el despegue a bordo del USS Hornet, durante la Batalla de Midway (US Navy Photo)

Un SBD Dauntless del VB-8 se prepara para el despegue a bordo del USS Hornet, durante la Batalla de Midway (US Navy Photo)

Eran dos las opciones posibles a partir de ese momento: atacar de nuevo Midway o atacar a la flota enemiga. Y se decidió la primera opción. Cuando los aviones de ataque B5N Kate listos para despegar con sus torpedos fueron devueltos a los hangares para ser rearmados con bombas, la confusión empeoró en los portaaviones japoneses, que empezaron a ser atacados por bombarderos procedentes de Midway y aviones torpederos Devastator. Esto sucedía a las 09.20 horas. Fueron lanzados los Ceros para dar sombrilla aérea y se despejaron las cubiertas para recoger los aviones que regresaban del primer ataque. Aquellos intensos momentos en los portaaviones japoneses, llenos de aviones aterrizando, bombas y torpedos fuera de sus pañoles y desestibados, y mangueras de gasolina por todas partes les iba a conducir al desastre.

Los Ceros empezaron a masacrar a los lentos e indefensos Devastator, que caían al mar sin poder siquiera lanzar sus torpedos. Atacaban casi a ras del agua, por lo que nadie atendía arriba cuando, a las 10.20 horas, se escucharon los aullidos de bombarderos en picado. Eran los Dauntless (33 del Enterprise, al mando del capitán de corbeta Clarence W. McClusky  y 35 del Hornet, comandados por el capitán de fragata Stanhope C. Ring) que lanzados en un picado a 70º y desde los 5.000 metros, decantaron la batalla (y casi la Guerra en el Pacífico) del lado aliado. En unos minutos, el Kaga, el Akagi (insignia) y el Soryu, ardían furiosamente, hundiéndose unas horas más tarde con gran pérdida de vidas.

El Hiryu, totalmente detenido sobre el mar y en llamas, poco antes de hundirse. La cubierta de vuelo a proa ha desaparecido y se observa el destrozado hangar (U.S. Navy photo).

El Hiryu, totalmente detenido sobre el mar y en llamas, poco antes de hundirse. La cubierta de vuelo a proa ha desaparecido y se observa el destrozado hangar (U.S. Navy photo).

El cuarto y último portaaviones, el Hiryu, había escapado al mortal ataque, y, comandado por el Contraalmirante Tamon Yamaguchi, lanzó inmediatamente sus aviones (18 bombarderos en picado Aichi D3A Val y 6 cazas A6M2 Cero) para atacar a los portaaviones norteamericanos. Hasta entonces, los aviadores embarcados japoneses habían demostrado ser los mejores del mundo, y fue quizá la última vez donde pudieron demostrarlo. Conducidos por el veterano Michio Kobayashi, los Val le hicieron tres impactos directos al USS Yorktown, que, aunque renqueando, continuó operativo. Una segunda oleada comandada por otro experto, Joichi Tomonaga (10 torpederos Nakajima B5N2 Kate y 6 Ceros) atacó de nuevo al Yorktown con dos impactos directos, el cual, ahora sí, hubo de ser abandonado, aunque hubo de ser rematado por el submarino japonés I-168. Los nipones creyeron, sin embargo, que habían hundido no uno, sino dos portaaviones y que la batalla había equilibrado las fuerzas. Por ello, los escasos supervivientes japoneses retornaron al Hiryu, con el fin de reaprovisionarse y con su mermado Grupo Aéreo efectuar un tercer ataque sobre otro portaaviones norteamericano. Pero no iban a tener oportunidad. Los Dauntless del Enterprise y del Hornet, cuarenta en total, sin escolta, habían despegado a las 15.30 horas y ahora, a las 17.00 horas, habían localizado a los japoneses. Cuatro impactos directos destruyeron la cubierta de vuelo y el barco empezó a arder furiosamente. A pesar de los esfuerzos por controlar los incendios y salvar la nave, hubo de ser abandonada a las 03.00, aunque zozobró definitivamente a las 08.20 horas. La victoria norteamericana era completa, y la catástrofe nipona, incuestionable. Una concatenación de elementos, como un mejor estudio del campo de batalla, la información proporcionada por la Inteligencia Naval norteamericana y, por supuesto, la suerte, decidieron el destino de la flota japonesa.

Luke Evans como el capitán de corbeta Clarence Wade McClusky junto a Ed Skrein / Richard Best. McClusky protagonizó, al mando del grupo VB-6, el decisivo ataque a los portaaviones japoneses (www.moviementarios.com).

Luke Evans como el capitán de corbeta Clarence Wade McClusky junto a Ed Skrein / Richard Best. McClusky protagonizó, al mando del grupo VB-6, el decisivo ataque a los portaaviones japoneses (www.moviementarios.com).

Todo esto es lo que, con los correspondientes añadidos de adrenalina y efectos especiales (como se le ha llamado toda la vida), es lo que cuenta la cinta. Y personalmente me ha dejado un buen sabor de boca esta película. Creo que se ve recompensado el esfuerzo de Emmerich por intentar acercarse, en estos tiempos de gratuidad en cuanto a efectos especiales que saturan al espectador, por hacer una película bélica creíble, con buenas escenas de combates aéreos y unas adecuadas recreaciones de las maniobras efectuadas por hombres y máquinas durante aquellas terribles horas. Es cierto que las personalidades de los protagonistas, sus historias personales quiero decir, quedan mucho más superficiales y casi, podríamos decir, carentes de sentimientos en algunos casos. Los protagonistas principales se quedan cortos, tanto el propio Ed Skrein en el papel del teniente Richard Best, conductor principal del desarrollo de la cinta y que, con mayor fidelidad de la esperada a priori, muestra como alcanza mortalmente a los portaaviones enemigos Akagi y Hiryu a bordo de su Dauntless y como un fallo en el sistema de oxígeno de su avión le quema los pulmones impidiéndole volver a volar.

Nos quedamos con más ganas de desarrollar, por otro lado, el perfil del Capitán Joseph Rochefort (aparte de su comportamiento excéntrico), cuyo trabajo como analista criptográfico le da a Nimitz media batalla ganada.Hay varios secundarios de lujo, como suele decirse, como Woody Harrelson caracterizando al Almirante Chester Nimitz, y sobre todo, Dennis Quaid en el papel de un agotado y enfermo Vicealmirante William «Bull» Halsey, obligado a entregar el mando. A destacar, en el lado japonés, a Tadanobu Asano, recordado en algunas producciones Marvel y que muy correctamente interpreta al vicealmirante Tamon Yamaguchi, para mí el que en la batalla real operó con mejor criterio y que fue capaz, a bordo del portaaviones Hiryu, de lanzar el único ataque aéreo exitoso, acabando con el USS Yorktown (aunque dicho ataque apenas aparezca en la película). De todas formas recordemos que se trata de una película bélica y, lo queramos o no, todo esto de los perfiles es un elemento secundario. Luego podrá decirse que también está «Salvar al Soldado Bryan» o «La Chaqueta Metálica», y ambas facetas se cumplen perfectamente, pero no todo el mundo puede ser Spielberg o Kubrick.

Los grandes protagonistas de la batalla: Aviones Dauntless (obsérvese el gancho de toma en la cola) sobrevolando el portaaviones USS Enterprise (CV-6), el buque norteamericano más laureado de la Segunda Guerra Mundial. Fue por cierto uno de los tres portaaviones botados antes del conflicto que consiguió sobrevivirle (US Navy).

Los grandes protagonistas de la batalla: Aviones Dauntless (obsérvese el gancho de toma en la cola) sobrevolando el portaaviones USS Enterprise (CV-6), el buque norteamericano más laureado de la Segunda Guerra Mundial. Fue por cierto uno de los tres portaaviones botados antes del conflicto que consiguió sobrevivirle (US Navy Photo).

Y sinceramente, sin plantear tópicos, hace tiempo que no veía un tratamiento en pantalla con suficiente objetividad para con ambos bandos. Los japoneses tienen la humanidad (ni más ni menos) prevista y sus comportamientos son similares a sus enemigos. También el pormenorizado reflejo de los esfuerzos de la inteligencia norteamericana para descifrar los códigos nipones y como los protagonistas consiguen obtener información suficiente para enviar a Spruance al lugar a adecuado. Esto apunta en el haber. O el esfuerzo real, titánico, para dejar al Yorktown operativo para poder entrar en compate junto a los otros dos portaaviones. Son detalles positivos para una película, que, por ese motivo, tiene reflejos (como sucedió en su antecesora de 1976) para no dejar de ser un documental épico. En el debe, esa facilidad en el combate aéreo que tienen los Dauntless para acabar con los temibles Zeros, como si se tratara de aviones similares. Mientras que el primero era un buen bombardero en picado, el segundo era, de lejos, en 1942, el mejor caza interceptor que volaba en el Pacífico. Cierto es que derribó varios de estos cazas, durante su carrera operativa pero no en el porcentaje en que nos quiere hacer mostrar la película. Son licencias entendibles, claro está, con el fin de mantener el pulso emocionante de los combates aéreos.

Sin duda, una de esas películas épicas que hay siempre que ver en pantalla grande, como un verdadero ejemplo de cine-espectáculo, el de toda la vida. Sin mayor complejos.

Especificaciones Douglas SBD-3 Dauntless
  • Origen: Douglas Aircraft Ltd.
  • Planta motriz: Un motor radial de nueve cilindros en estrella Wright R-1820-52 Cyclone, refrigerado por aire, de 1.000 hp al despegue.
  • Dimensiones: Envergadura: 12,65 m. Longitud: 9,96 m. Altura: 4,14 m.
  • Pesos: Vacío: 2.964 kg. Máximo al despegue: 4.717 kg.
  • Prestaciones: Velocidad máxima operativa: 410 km/h a 4.200 metros. Velocidad máxima en picado: 683 km/h Techo de servicio: 7.680 m. Alcance máximo: 1.244 km.
  • Armamento: Dos ametralladoras Browning M2 de calibre 12.7 mm sobre el capó motor, dos ametralladoras Browning M1919 de calibre 7.7 mm en posición dorsal sobre afuste móvil. Carga lanzable máxima: 730 kilos en fijación ventral y 150 kilos en subalares.
  • Tripulación: 2/3

Bibliografía consultada:

Albertini, G. (2003): Dauntless. En: Cuadernos de Aviación Histórica, nº6. 2003.

Angelucci, E.; Matricardi, P. (1979). Aviones de todo el mundo. Tomo III: La Segunda Guerra Mundial (I parte). Madrid: Espasa-Calpe.

De la Quadra Salcedo, R. & Martinez Pages, I. & Martin Oar, M. & Nason C. & Apezarena, J (1989). La II Guerra Mundial (2 vols.). Madrid: Prensa Española.

Healy, M. (2008). Midway, Junio de 1942. Momento Decisivo en el Pacífico. Osprey Publishing.

Humble, R. (1980). La Flota de Alta Mar Japonesa. Madrid: San Martín.

Macintyre D. (1976). Portaaviones. Madrid: San Martin.

 

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