No somos los españoles, con gloriosas excepciones, muy dados a recordar con orgullo nuestros momentos de éxito colectivo (no valen los Títulos de fútbol y baloncesto, Copas Davis y Mundiales de Motociclismo). Desgraciadamente, puede que sea porque se nos ha vendido un pasado histórico de más sombras que luces, muchas veces a causa de la propaganda antiespañola, que nos ha bombardeado con todo un rosario de tópicos. Lo peor es que la mayoría de las veces pocas voces españolas han salido para contrarrestar con hechos esa información. Como si tuviéramos que pedir perdón por haber sido una nación poderosa, llena de hitos gloriosos y argumentos para ser considerada uno de los puntales de la cultura y la ciencia universales. En parte es algo que va arraigado en lo hispano: el no tener punto intermedio. De la cima a la sima en un solo paso…
Creo que en el campo de la tecnología eso se hace aún más patente. Imaginamos a una España de hace cien años incapaz de crear, de idear y de exportar tecnología, mientras las potencias europeas avanzaban a toda velocidad hacia el progreso. Ciertamente, nuestro país siempre ha estado lleno de luces y sombras, quien lo va a negar. Pero también hay que valorar con mucho nuestras aportaciones, que son mucho más importantes de lo que la gente cree. Humildemente vamos a recordar en estas líneas una de ellas, ni más ni menos que el centenario del primer vuelo de uno de los mejores motores (si no el mejor) que llevó la aviación militar aliada durante la Primera Guerra Mundial: el Hispano Suiza V8. Continue reading