De entre los muchos interrogantes que cubren todas las guerras que han acontecido en la loca historia de la Humanidad, quizá los que incumben a los conflictos de nuestro siglo son los más debatidos y estudiados. Supongo que por dos razones. En primer lugar, la cierta abundancia de información disponible, procedentes de fuentes primarias. En segundo lugar, y no menos importante, la relativa cercanía de sus protagonistas en el tiempo lo hacen más atractivos y polémicos, imagino porque el componente de morbo les afecta en mayor grado.
Tras la caída de Francia en 1940, los altos jefes nazis seguían sin entender por qué Gran Bretaña seguía empeñada en luchar contra Alemania y el propio Hitler envió una oferta de paz a Londres que no aceptada en ningún caso. Pero de todos modos, muchos políticos y militares germanos continuaban pensando que había que tratar de convencer a los tozudos ingleses de que había que evitar que ambos países continuaran en conflicto. Uno de ellos era Rudolf Hess, el delfín de Hitler, antiguo secretario político del Führer y en aquel momento en la cumbre de su carrera en el poder, tan solo supeditado a Hermann Göring en la cima del partido como viceführer o Reichsleiter. De carácter ciertamente retraído, y al parecer también debido a una limitada inteligencia, lo cierto es que, sin embargo, su influencia podría empezar a verse limitada frente a rivales como el maquiavélico Martin Bormann, en aquellos momentos secretario personal de Hitler. Sea como fuere, es probable que Hess buscara algún acto que le permitiera refrendar esa confianza, o bien fuera el propio Hitler el que le encomendara una misión diplomática de peso. Hess era amigo del profesor de geopolítica Karl Haushofer, uno de los principales ideólogos del Lebensraum o espacio vital, que justificara la expansión territorial germana, el cual le planteó la posibilidad de retomar las conversaciones de paz con los británicos. Se eligió como contraparte a Douglas Douglas-Hamilton, XIV Duque de Hamilton, un prestigioso aristócrata y miembro de la Cámara de los Lores, que sin embargo, y en teoría, carecía de contactos directos con el gobierno británico para una misión de tan altas expectativas.
Para alcanzar un primer contacto, Hess decidió volar personalmente a Escocia, a Dungavel House, donde se encontraba el duque y que contaba, al parecer, de una pista de aterrizaje privada. El 10 de mayo de 1941, Hess se desplazó desde su casa de Munich a las instalaciones de la Messerschmitt en Augsburgo. Su amistad personal con el propio Willy Messerschmitt le había permitido, desde hacía muchos años, probar modelos experimetales y satisfacer su placer por volar. En esta ocasión le esperaba un Bf 110E-1, un caza pesado bimotor con una importante autonomía, aunque en este caso fue equipado de tanques de combustible auxiliares, así como reconfigurada la instalación de ciertos equipos de radionavegación para que pudieran ser manejados por un solo tripulante.
El Messerschmitt, con matrícula VJ+OQ, y número de fabricación (Wk.Nr.) 3869, despegó de Augsburgo entre las seis menos cuarto y las siete de la tarde de aquel día. Tras sobrevolar el espacio aéreo alemán y holandés, alcanzó la costa a la altura de Den Helder, a ochenta kilómetros de Amsterdam y cruzó el Mar del Norte efectuando cambios de rumbo y sirviéndose del Receptor Lorenz que equipaba el avión para interceptar las radioayudas, hasta llegar a la costa nordeste de Escocia a las diez y diez de la noche aproximadamente. Una vez en territorio escocés, Hess buscó infructuosamente la Dungavel House, propiedad del Duque de Hamilton y cuya pista de aterrizaje estaba con las balizas apagadas. Eran las 22.45 y le quedaba muy poco combustible. Alcanzó la costa occidental y, en el mar, lanzó los tanques suplementarios sobre el río Clyde, girando seguidamente 180º al este. Por segunda vez sobrevoló la casa pero no pudo encontrar la pista, agotándose la gasolina muy poco después.
Hess decidió lanzarse en paracaídas, así que puso el Messerschmitt en invertido y se lanzó a la oscuridad. Tanto el caza monomotor Bf 109 como el bimotor Bf 110, tenían una cubierta en la carlinga de apertura lateral y no corrediza, algo que dificultaba enormemente la evacuación para el piloto, aunque Hess tuvo suficiente suerte. O casi. Según declaró el propio viceführer, la cola le golpeó en la pierna y perdió levemente el conocimiento. Cuando cayó a tierra, acudió en su ayuda David McLean, un agricultor alarmado por el estruendo del avión al estrellarse, no demasiado lejos de Glasgow. McLean lo llevó a su casa, donde Hess rechazó en perfecto inglés la taza de té que se le ofreció. Cuando llegaron los soldados británicos, se presentó como el Hauptmann (capitán) Alfred Horn, con misión especial y con la petición de que fuera enviado a Dungavel House para poder entrevistarse con el Duque de Hamilton. Pero los militares rehusaron seguir sus instrucciones, en aquellas horas ya de la madrugada y Hess fue trasladado al cuartel de Maryhill Barracks, en Glasgow, sede del Regimiento Highland Light Infantry.
A la mañana siguiente, el Duque de Hamilton llegó al cuartel. Se entrevistó con un convaleciente Hess por su tobillo herido, el cual le comentó que se conocían de los Juegos Olímpicos de Berlín del 36 y le manifestó el supuesto interés de Hitler por alcanzar un armisticio con Inglaterra. El aristócrata voló aquella misma tarde a Oxford para entrevistarse con Winston Churchill, el cual, le aseguró que se trataba de una aventura personal de Hess. Hamilton, junto a Sir Ivone Kirkpatrick, Director en la Sección de Asuntos Exteriores del Ministerio de Información, volvieron a entrevistarse con Hess en Glasgow, donde éste les reiteró el interés del Führer por alcanzar una paz por separado, pero dos días más tarde terminó por reconocer las sospechas de los británicos: Hitler no sabía nada del asunto.
A partir de aquí, Rudolf Hess, tratado como Prisionero de Guerra (y considerado como mentalmente perturbado), inició su cautiverio del que nunca saldría. Desde Glasgow fue trasladado a la Torre de Londres, en la capital. La primera de las cárceles en sus cuarenta y seis años de vida penal. Tras quedar recluido en ésta y otras prisiones británicas, con el fin de la guerra los aliados le enviaron a Alemania para su juicio en el Proceso de Núremberg, donde en 1946 fue condenado a cadena perpetua, acusado de conspiración y crímenes contra la paz. El 18 de julio de 1947 ingresó en la prisión especial de Spandau, en Berlín, junto con otros seis altos jerarcas nazis, para cumplir la pena impuesta. Cuando Albert Speer (Ministro de Armamento) y Baldur von Schirach (Líder de las Juventudes Hitlerianas), fueron liberados en octubre de 1966, Hess quedó como el único prisionero en aquel enorme edificio decimonónico. Pero para él no hubo redención de pena y a pesar de ciertos movimientos para la puesta en libertad del ya anciano Reichsleiter, la negativa de británicos y soviéticos lo impidió. Finalmente, el 17 de agosto de 1987, las autoridades británicas de la prisión informaron de que Hess había sido encontrado muerto, suicidándose con un cable eléctrico en la cabaña del jardín de Spandau. Tenía noventa y tres años.
Todo esto es lo que nos cuentan las fuentes oficiales, lo que denominan los británicos como OVE (Official Version of Events). Sin embargo, recientemente se han desarrollado nuevas teorías revisionistas al respecto, sobre la realidad del vuelo, sobre sus implicaciones y protagonistas y sobre el final del otrora líder nazi. La reciente publicación del abogado y especialista en Seguridad Nacional británico Michael Shrimpton, titulada Rudolph Hess, The Truth, y que recopila a su vez investigaciones más recientes, como las contenidas en el interesante, arriesgado y controvertido Rudolf Hess: A New Technical Analysis of the Hess Flight, May 1941, de los investigadores Richard Wilbourn y John Harris, y en Hess, Hitler and Churchill: The Real Turning Point of the Second World War – A Secret History, del historiador y periodista Peter Padfield. Partiendo de este nuevo enfoque, y chocando con la historia oficial, se establecen muchos de estos interrogantes, en gran medida relacionados con las condiciones del avión y el vuelo, que es lo que más valoraremos aquí, evidentemente.
En primer lugar, se cuestiona el que el vuelo sin escalas pudiera realizarse simplemente instalando los tanques auxiliares de combustible. Además de gasolina, los dos potentes motores Daimler Benz DB-601 necesitaban aceite lubricante adicional. Los Bf 110E montaban tanques de aceite auxiliares en vuelos de largo recorrido, pero el análisis técnico de los restos del avión demostraron que Hess no los llevaba. No podría haber completado el vuelo sin escalas incluso a una ritmo de crucero pobre, pero es que además se comprobó que el bimotor entró en Escocia a toda velocidad. A esas alturas los motores estarían gripados, al haberse quedado sin lubricación. Por tanto, hubo de efectuarse una escala intermedia que se nos escapa. Y esto es algo que implicaría, sin duda, a escalones más altos de la Luftwaffe. ¿Cómo, si no, un avión pilotado por uno de los personajes más preeminentes del Reich podría aterrizar y luego despegar de una base alemana?
Basándose en estos datos técnicos, se especula que probablemente el propio Mariscal del Reich, Hermann Goering, conociera los pormenores del vuelo, y aún más, lo supiera previamente desde el momento en que Messerschmitt permitiera a Hess pilotar uno de aquellos Bf 110, un avión que, por otra parte, era difícil de gobernar, más aun para un aviador limitado como él. Hess había pilotado en la Gran Guerra cazas Fokker D.VII, encuadrado en la Jasta 35, pero él no llegó a entrar en combate. Su experiencia era a priori limitada, y para saber gobernar una aeronave tan exigente como aquella no bastaba con unas horas de vuelo.
Por otro lado, la mencionada pista de vuelo en Dungavel House era muy corta, solo apta para aviones ligeros, en la que un pesado bimotor de más de cinco toneladas como el de Hess a duras penas podría aterrizar, pero en la que era totalmente imposible que pudiera efectuar el despegue. Y por supuesto que no estaba iluminada (nunca hubo certificación de lo que estuviese). Shrimpton plantea una alternativa. ¿No podría estar buscando el Viceführer un aeródromo de la RAF indicado de antemano, convenientemente balizado y con una longitud de pista apropiada? Es más, ¿no sería Dungavel House un plan alternativo, solo en caso de que fallara el originalmente trazado? Con los datos que nos brinda esta controvertida bibliografía se aventura que el destino del avión de Hess fuera el aeródromo RAF Dundonald, en Ayrshire.
Porque, además, ¿como es posible que el Bf 110 burlara con tal sencillez e impunidad las defensas británicas? Ni las estaciones de radar detectaron un avión extraño, ni las defensas antiaéreas de la zona de Glasgow abrieron fuego. Spitfires estacionados en Adergrove detectaron al avión alemán, pero según los documentos que se presentan, se les ordenó romper el contacto. Aún así, un caza nocturno Boulton Paul P.82 Defiant del 141º Escuadrón, despegó para su interceptación. ¿Fue éste el que hizo trastocar los planes originales del Reichsleiter en su arriesgado y extraño vuelo? Parece que el Defiant acosó al Bf 110 de Hess, lo suficiente para que abortara su intento de aterrizar en Dundonald y ya sin combustible, decidiera lanzarse en paracaídas a un destino incierto.
A partir de aquí, las teorías que se plantean entran en el tortuoso mundo de las grandes conspiraciones y trataremos de no abordarlas demasiado. Pero no estaría de más esbozar un poco el porqué de aquel extraño y a priori incongruente vuelo a Escocia. En primer lugar, en cuanto a la Teoría de que las conversaciones secretas entre el propio Duque de Hamilton y Hess estaban mucho más avanzadas de lo que oficialmente se contó no era cierto, la realidad era que el Duque tenía una escasa influencia en el Gabinete de Churchill para establecer pautas en cuanto a conversaciones de paz con Alemania o con quien fuera. Cierto es que compartía almuerzos protocolarios con el rey Jorge VI, pero de ahí a poder influir en el ejecutivo, mediaba un mundo.
Son diferentes, por tanto, las opciones para buscar una verdadera posibilidad (si es que realmente lo hubo) en que se basaba un secreto acercamiento con Alemania en aquel Gabinete británico, en un 1941 de guerra incierta, y éste tenía que estar en otro sitio. En alguien con real influencia. Por eso Shrimpton habla del Secretario de Gabinete (lo de las capacidades de los secretarios para urdir complots es algo que los españoles conocemos muy bien) en aquel momento, Sir Edward Bridges. En una guerra nunca hay blancos y negros, sino toda una serie de tonos de grises que, desaparecen en la historia oficial. Es bueno recordarlo porque, si en el Reich no hubo para nada una uniformidad de criterio en las decisiones tomadas por Adolf Hitler y su camarilla de matones (y las disidencias fueron silenciadas con sangre), tampoco en Inglaterra todos estaban a una con Churchill ni con su rey. El pueblo es otra cosa, porque ser patriotas (o no serlo) es cosa de los que estamos en el escalón de abajo…
La cuestión que se plantea es si Bridges, junto con poderosos miembros del Gobierno británico, agentes del Servicio Secreto Alemán, el Abwehr (incluyendo a su responsable, el almirante Wilhelm Canaris) y del MI6 (como Sir Stewart Menzies, en estrecha relación con el anterior), habían planeado alcanzar un acuerdo de ayuda mutua para sustituir en Berlín al gobierno de Hitler por otro comandado por Hess, y a la vez eliminar el Gabinete de Churchill, sustituido por otro que permitiera un armisticio entre las dos naciones (¿quizá dirigido por el pro-alemán Lord Halifax, nombrado sucesor de Chamberlain antes de Churchill y enemigo de este último)?. De ser así, la sorprendente y polémica tesis de Shrimpton mostraría este enigmático viaje como una maniobra inconclusa para llevar a cabo uno de los más espectaculares maniobras de aquella guerra, cuyo fin hubiera sido probablemente muy distinto. Pero una vez que no pudo llevarse a cabo, Hess fue públicamente defenestrado, tratado como mentalmente desequilibrado y confinado de por vida en Spandau. Cuesta trabajo que, sin embargo, siniestros personajes como Speer, culpable de utilizar prisioneros de guerra como mano de obra esclava para reactivar la producción de infraestructuras y armamento del Reich, solo estuviera entre rejas veinte años. Y sobre todo, cuesta aun más trabajo creer que un enfermo y anciano Hess fuera capaz de colgarse de un cable eléctrico en la prisión, más aun cuando poco tiempo antes el Premier Soviético Mikhail Gorbachov había iniciado medidas de aperturismo político (Glásnost) y la liberación del viejo líder nazi podría ser una de las muestras de dicho deshielo entre los bloques. Aquel hombre sabía demasiado, y en tal caso, ¿qué supondría si hablaba tras su salida de Spandau?. Da miedo replantearse las cosas. De lo único, y sorprendentemente, que casi no queda duda es de que Hitler no sabía nada del asunto.
Los restos de Hess, sepultados desde 1988 en el cementerio de Wunsiedel, en Baviera, fueron cremados en 2011 y sus cenizas esparcidas. La familia y los ciudadanos quisieron evitar los movimientos y los disturbios neonazis, y simplemente, hay una razón de tanto o más peso, que es que nadie quiere volver a recordar ciertas cosas. Como si todo hubiera sido producto del desvarío de un desequilibrado, y su vuelo, la consecuencia de su locura. Eso sí, los restos de su Messerschmitt (partes del fuselaje y de uno de los motores) se encuentran aun en el Imperial War Museum, mientras que el otro DB 601 se halla en el National Museum of Flight de East Lothian, en Escocia.
- Origen: Messerschmitt AG.
- Planta motriz: Dos motores lineales de 12 cilindros en V Daimler-Benz DB 601N, refrigerados por líquido, de 1.200 hp al despegue cada uno.
- Dimensiones: Envergadura: 16,25 m. Longitud: 12,1 m. Altura: 3,5 m.
- Pesos: Vacío: 4.500 kg. Máximo al despegue: 7.000 kg.
- Prestaciones: Velocidad máxima a 7.000 metros: 562 km/h. Ritmo de Trepada a 5.500 metros: 8 minutos. Techo de servicio: 10.000 m. Alcance máximo: 2.410 km
- Armamento: (usual) Cuatro ametralladoras Rheinmetall-Borsig MG 17 de 7,92 mm y dos cañones MG-FF de 20 mm en el morro. Una ametralladora MG 15 de 7,92 mm en afuste móvil de la cabina trasera para el artillero dorsal.
- Tripulación: 2/3
Bibliografía consultada:
Angelucci, E.; Matricardi, P. (1979). Aviones de todo el mundo. Tomo III: La Segunda Guerra Mundial (I parte). Madrid: Espasa-Calpe.
De la Quadra Salcedo, R. & Martinez Pages, I. & Martin Oar, M. & Nason C. & Apezarena, J (1989). La locura del delfín de Hitler. La II Guerra Mundial (2 vols.). Madrid: Prensa Española.
Shrimpton, M. (2018). Rudolph Hess – The Truth. Recuperado de: https://www.veteranstoday.com/2018/01/29/rudolf-hess-the-truth-1/ y https://www.veteranstoday.com/2018/02/06/rudolf-hess-the-truth-2/