Cuantísimo se ha escrito sobre la historia de la más famosa de las marcas de automóviles de lujo: Ferrari… de la historia de la marca, del perfil de su creador, de sus éxitos y fracasos, y de sus mejores y más famosos tópicos. El color rojo inimitable, la herencia Alfa Romeo, los mejores pilotos de Fórmula 1 o Gran Turismo que los han pilotado. Otras marcas han batallado con el fabricante de Maranello para arrebatarle ese papel universal que sin embargo nadie ha sido capaz de suprimir (y lo dice un fanático de los mejores Pegaso de los cincuenta, orgullo de una España ya muy lejana).
Quizá no haya mejor icono para identificar a Ferrari que su propio emblema, el eterno cavallino rampante, símbolo de potencia y orgullo, pintado en color negro sobre un fondo amarillo. Más de un aficionado ya sabrá que su origen parte en el emblema personal de un as de la aviación italiana durante la Primera Guerra Mundial, Francesco Baracca, posiblemente el mejor aviador en el bando transalpino durante aquella denominada «Gran Guerra». Pero, ¿sabemos realmente como ha llegado ese escudo a lucir en los famosos y rojos coches deportivos diseñados por Enzo Ferrari?
Francesco Baracca nació el 9 de mayo de 1888 en el seno de una acomodada familia nobiliaria en Lugo, cerca de Rávena. Tras asistir a la escuela de los Padres Salesianos de Lugo y en los Escolapios de Badia Fiesolana, y cumplimentar la secundaria en Florencia, el joven Francesco se matriculó en la Escuela Militar de Módena, donde permaneció durante un par de años.
Entre 1909-1910 Baracca asiste a la Escuela de Caballería de Pinerolo, perteneciente al Segundo Regimiento de Caballería «Piemonte Reale». Esta unidad, fundada en 1692 por el Duque de Saboya, era y sigue siendo una de las más prestigiosas unidades del ejército italiano, teniendo como lema Venustus et Audax (Hermoso y Audaz), y como escudo de armas un caballo argénteo (plateado), encabritado en un campo rojo, mirando a la izquierda y con la cola baja. En julio de 1910 es ascendido a teniente y destinado en Roma.
Pronto sentirá, como otros jóvenes de su condición social y edad, la llamada por la aventura de la nueva aviación. En 1912 obtiene su licencia de piloto, tras recibir un curso de vuelo en Reims, convirtiéndose en piloto militar a partir de 1915 y perfeccionando sus habilidades. Ya con su país metido en la Primera Guerra Mundial, se instruye en París en el manejo de los primeros aviones de caza entregados a Italia por su aliado francés: los Nieuport 11 (Bebé). El 7 de abril de 1916, tras varias tentativas, Baracca derriba por fin su primer avión: un Aviatik C.I austriaco de observación. Poco a poco su cuenta de derribos empieza a aumentar.
Sin embargo, el famoso caballo no aparece en su primer avión, sino sólo a partir de 1917, cuando se formó la llamada «Squadriglia di Assi«, la 91º Squadriglia Aeroplani, formada por pilotos experimentados y con una importante cifra de derribos, y reequipada con material francés más potente: primeramente con el Nieuport 17 y posteriormente con los SPAD S.VII y S.XIII, equipados con los sensacionales motores V8 de la Hispano Suiza. En el costado de estribor se aplica el emblema de la unidad, un grifo negro, pero en el lado de babor de los fuselajes los pilotos aplican sus insignias personales. Baracca, asignado como jefe de la Escuadrilla, decide adoptar, con leves variaciones, aquel mismo escudo de armas de la «Piemonte Reale», como su emblema personal y así recordar sus orígenes castrenses, unido a su constatado amor por los caballos. Eso sí, cambia el color de su caballo del plata original al negro para hacer que se destaque más sobre el tono crema del propio aparato.
Desde aquel momento, la cifra de derribos siguió ascendiendo victoriosamente, alcanzando el número de 34 piezas cobradas y convirtiéndose en el mejor as de caza italiano durante la Primera Guerra Mundial. Finalmente, el 19 de junio de 1918, en una misión de ataque contra el suelo en el sector de Montello, Baracca fue derribado, a bordo de su SPAD S.VII. Probablemente fue alcanzado por una bala disparada desde las líneas austriacas, aunque este último extremo no pudo comprobarse a ciencia cierta. Recuperado sus cadáver cuatro días más tarde entre los restos carbonizados de su fiel montura, Baracca fue enterrado solemnemente en su ciudad natal de Lugo y convertido, por derecho propio, en otro de los mitos de la aviación.
En aquellos momentos de 1918, nuestro segundo protagonista, Enzo Ferrari, era un desconocido y empobrecido joven que había combatido sin pena ni gloria en la Gran Guerra y que, en una Italia desencantada (a pesar de haber quedado en el bando vencedor) y empobrecida por el esfuerzo bélico, decide emigrar desde su Módena natal hasta la ciudad industrial de Turín para intentar demostrar su valía como mecánico de automóviles.
Tras ser rechazado por la todopoderosa FIAT, Ferrari consigue un empleo como probador en la pequeña CMN (Costruzioni Meccaniche Nazionali) en Milán. Además, decide adquirir un Alfa Romeo para hacerlo correr. Sus aptitudes no pasaron desapercibidas para los directivos de la propia Alfa Romeo, por lo que Ferrari empieza a preparar y pilotar los coches de la marca lombarda.
El 16 de Junio de 1923, en el Circuito del Savio, en Ravena, Enzo Ferrari, tras vencer en aquella carrera, a los mandos de un Alfa Romeo RL Targa Florio junto a Giulio Ramponi, coincide con el conde Enrico Baracca, el padre de Francesco, al que había conocido tiempo atrás en Bolonia. A partir de ese segundo encuentro, tal como el mismo Ferrari escribe en una carta de 3 de julio de 1985 a Giovanni Manzoni, surge una amistad con la madre del aviador, la condesa Paolina Biancoli. «Fue para decirme una mañana» – escribe el fabricante de Maranello -: «Ferrari, ponga en sus coches el Cavallino Rampante de mi hijo. Le traerá suerte «(…)» Todavía tengo una fotografía de Baracca, con una dedicatoria de sus padres en los que me cedía el emblema «- concluye Ferrari -» El caballo era y seguía siendo negro; He añadido el fondo amarillo canario que es el color de Módena «.
Según fuentes fidedignas, el origen de la elección de Enzo Ferrari por aquel emblema, procedía además de su admiración por la figura de Baracca, adquirida durante la adolescencia, algo lógico, ya que se trataba de uno de los héroes más admirados por los italianos. Además del color amarillo de su Módena natal, el caballo vio como su cola pasó a mirar hacia arriba y se añadieron los caracteres S y F por Scuderia Ferrari.
Tras trabajar directamente para Alfa Romeo, a partir de 1927 Ferrari se hizo distribuidor de la marca lombarda en la región de Emilia-Romagna y L´Marche, teniendo sede en Módena. Durante dos años, Ferrari vendió coches, organizó carreras y pilotó aquellos bólidos. Sin embargo, no será hasta 1929 cuando con el nacimiento de la Scuderia Ferrari se produzca la adopción del legendario caballo que se unirá indisolublemente al nombre de Enzo Ferrari. El aspecto actual, de todos modos y tal como lo conocemos, se producirá el 09 de julio 1932 en los Alfa Romeo de la Scuderia Ferrari en las 24 Horas de Spa-Francochamps en Bélgica. Cuando Ferrari y Alfa Romeo rompan sus relación en 1938 y a partir de entonces empiece a construir coches de forma independiente (el primero, el 125 de 1947), el cavallino rampante seguirá siendo, hasta el tiempo presente, su más reconocida señal de identidad. Desde los cielos de la Europa de 1918 al asfalto de hoy, en vuelo rasante. Eternamente…
Especificaciones Spad S.VII:
- Origen: Société Pour L’Aviation et ses Dérivés (S.P.A.D.)
- Planta motriz: Un motor lineal de ocho cilindros en V Hispano Suiza 8Aa (Type 34), refrigerado por líquido, de 150 hp al despegue.
- Dimensiones: Envergadura: 7,77 m. Longitud: 6,13 m. Altura: 2,33 m.
- Pesos: Vacío: 510 kg. Máximo al despegue: 740 kg.
- Prestaciones: Velocidad Máxima: 191,5 km/h a 2.000 metros. Techo de servicio: 5.334 m. Alcance: 360 km / 2 horas y 15 minutos.
- Armamento: Una ametralladora Vickers de calibre 7.7 mm sobre el motor.
- Tripulación: 1
Bibliografía consultada:
Il Cavallino Rampante. Recuperado en: http://www.museobaracca.it
Angelucci, E.; Matricardi, P. (1979). Aviones de Todo el Mundo. Tomo I: Desde los Orígenes a la Primera Guerra Mundial. Madrid: Espasa-Calpe.
Casalta Miralles, J.(2012). La Hispano Suiza. Resumen de su Historia. Barcelona: [s.e.]
Lage, M. (2005, Septiembre). La Hispano Suiza y la Aeronáutica Militar Española. Revista Española de Historia Militar. 63, Pp. 109-118
Lage, M. (2004). Hispano Suiza in Aeronautics. Men, Companies, Engines and Aircraft. Warrendale: SAE International