Es casi seguro que fue el año de 1941 el peor de todos los vividos por la Armada Británica durante la Segunda Guerra Mundial, y posiblemente comparable a los dramáticos meses de 1805, antes de la gran Batalla de Trafalgar. En Mayo, los británicos habían perdido en el Atlántico Norte al gran crucero de batalla HMS Hood, hundido por los certeros proyectiles del poderoso acorazado alemán Bismarck, y submarinos alemanes habían torpedeado y hundido en el Mediterráneo al portaaviones HMS Ark Royal y al acorazado HMS Barham, éste último con gran pérdida de vidas. Pero en el último mes de aquel año, la siempre orgullosa Royal Navy iba a sufrir un durísimo golpe por parte de la armada japonesa, aunque esta vez, no desde donde pensaban encontrarse a sus enemigos naturales en el mar, sino desde un nuevo rival mucho más agresivo y letal…