Cuando comenzaron los grandes enfrentamientos aéreos de la Batalla de Inglaterra en aquel trágico verano de 1940 sobre el Canal de la Mancha entre la RAF y la Luftwaffe, era evidente que a causa de ello muchos pilotos caían a las aguas del mismo. Los bombarderos alemanes regresaban a sus bases francesas en muchas ocasiones con sus aparatos gravemente averiados. Tanto igual les sucedía a los cazas que les escoltaban, con el agravante de que estaban al límite de su radio de acción y se quedaban a menudo sin combustible sobre el mar. Los pilotos de la RAF también sufrían averías y heridas y muchos caían al agua tras lanzarse en paracaídas. En verano, la temperatura del Canal ronda los 14ºC y un hombre en el agua tiene unas cuatro horas de margen para permanecer con vida. Por tanto, era prioritario localizar a esos pilotos derribados antes de que la hipotermia acabara con ellos. Continue reading