Cuando, en aquel lejano año de 1935, aquel periodista denominó, refiriéndose al nuevo proyecto de la compañía aeronáutica Boeing de un modernísimo avión cuatrimotor de bombardeo totalmente metálico, con sus cinco torretas defensivas y denominado Modelo 299, como «una verdadera fortaleza volante», tras verlo en su vuelo inaugural, no se imaginaba cuán afortunado sería el nuevo término acuñado. Sin duda, tal descripción se aplica absolutamente a aquel avión, el célebre B-17. Sin embargo, existieron en otras fuerzas armadas aeroplanos que, aunque mucho más desconocidos, muy bien pudieron recibir este calificativo. Uno de ellos fue el bombardero pesado italiano Piaggio P.108.