6 de febrero de 1958. 15.04 horas. Un Airspeed Ambassador 2 de la compañía británica BEA intenta por tercera vez despegar de la helada pista del aeropuerto de Munich. En vuelo chárter procedente de Belgrado, lleva en su interior a uno de los mejores equipos de Europa en aquel momento: el Manchester United FC. El bimotor acelera y se eleva pero de pronto, incapaz de ganar más altura, se desploma y se estrella contra el suelo, llevándose una casa por delante. 23 personas mueren a consecuencia del terrible accidente: denominado como Desastre de Múnich, el fútbol y la aviación vuelven a cruzarse trágicamente, como en la Tragedia de Superga nueve años antes. Si en Turín el desgraciado actor principal fue un Fiat G.212 italiano, esta vez, el protagonista iba a ser una aeroplano británico: el Airspeed A.S.57 Ambassador 2…